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(amino del Moalin Rouge (RACCONTO) DAVID CHUMACEIRO Como racha de buitres sobre una presa que han aguardado muchos días, las nubes, desgreñadas y sombrías, se lanzan al asalto de la luna.
Bajo la noche, el Sena, somnolento, desliza en un crepúsculo de olvido y entre la sombra, como un alma, el viento corre diciendo. adiós. con su silbido.
fuerza defen: que se solicit Suave persig yor ei to. siquie alberg propic que lo Nos detuvimos al pasar. De codos sobre la verja hundió ella sus miradas en las aguas manchadas, leyendo el gran vacío de los todos y la promesa ignota de las nadas.
Ignoro si pasó por su memoria, abriendo llantos y rencores viejos, el espantoso drama de su historia, mas, con pupilas lugubres y extrañas, siguió sobre las aguas los reflejos y me dijo, cerrando las pestañas. Cuán cerca está la Muerte y Dios cuán lejos!
Luego un sacudimiento de neurótica la desgajó de allí. Su voz temblaba, su bra zo débil se apoyó en el mío, y murmuró, sin coirprender que estaba ilena su frente de sudor: que frio!
habita cadas tales ros ca virtud de de vorece garra: rarse Tiei ces, cierta sobre terres éstos y ocul hablaba de placeres y de modas entre una tempestad de carcajadas.
Yo la elegi, como se elige un tomo de Paul de Kock, para animar la extraña muerte del viaje de una noche, como, par. brindar a la salud de Momo, Se compra una botella de champaña. aquella vendedora de alegrías quién tantos habían envidiaco, sólo tenía un corazón llagado por angustias más hondas que las mías.
ceni ei para Vencidos, en silencio y paso paso, atando en un dolor dos amarguras, nos echamos andar, siempre al acaso, por las callejas lóbregas y oscuras. de pronto, en uo rápido destello de locura, jadeante y desgreñada, me echó los brazos, sollozando, al cuello me dio un beso y lanzó una carcajada.
Cuando al llegar al boulevard hendimos la muchedumbre espesa y rumoreante, mas solos y mas tristes nos sentimos, Huyamos, dijo. Continuó la errante gira. Nuestras pisadas resonaron en calles olvidadas. como en ese instante, de un reverbero al resplandor escaso, pidiendo pan, nos detuviera un niño, se arrancó un prendedor de su corpiño y lo arrojó, sin detenerse, al paso.
Huyó el pequeño con la prenda. ella entró un portal y por el llanto ahogada se dio gemir, sin explicarme nada. era Friné, la reina de la risa, la aturdida Friné, la que lloraba. La que llevó una mariposa guisa de corazón. Friné. Quién sospechaba que aquel hermoso mármol soberano también tuviera un corazón humano?
su ins Vámos, la dije, divisando el ala rubí del Moulin Rouge, es nuestro asilo.
La memoria se pierde, el pie resbala y, hasta llegar al fondo de la escala, se tiene, al fin, el corazón tranquilo.
Enjuga tu dolor. Vamos prisa: rïenco llanto, lloraremos risa.
Ella lanzó un rugido de pantera, se irguió indomable y con su voz concisa. Tienes razón, me contestó, já la hoguera!
nario, viven cubier Sil vue res a su tro gilan SUS. y conf lo exti éxito presa.
Nue tiene a de ver tengo Y, haciendo de dos vidas un compendio, entramos por la boca de alegría de aquel molino del placer, que ardía como la llama roja de un incendio!
Aquella tarde, en el café, con todas las sirenas de amor allí sentadas, MANUEL UGARTE 968

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