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Pá: AÑO 11 rando que poco después ocurriera la muerte del ajusticiado; pero si la noche llegaba sin que la muerte hubiera ocurrido, entonces, caritativamente, se aceleraba ésta, introduciendo por la nariz un aguzado palito de bambú hasta atravesar con él en distintas direcciones los sesos del condenado.
Refería el citado mandarín que algunos criminales eran tan malos y tin sinvergüenzas que todavía respiraban y hasta se movían al practi.
car en elles la última de las operaciones citadas. Estos suplicios son comunes en China, donde la pena de muerte tiene varios diferentes grados. El primero, que es el de la decapitación, carece absolutamente de terrores para el sentenciado, no tiene, como entre nosotros, el carácter de pena capital. Lo más curioso es que los chinos, hom bres que casi no tienen nervios y por lo tanto son casi inmunes al dolor físico, encuentran muy naturales esos horrendos martirios.
Dicen que así como hay diferentes grados de culpabilidad en los delitos que ameritan pena de inuerte, así también debe haber Vista del Potrero del Volcán de Poás través del bosque diferentes grados de severidad en la aplicación de la última pena.
FIN DE LA HUELGA DE ADA NEGRI Se miraron unos otros: flacos, amarillentos de insomnio, de hambre y de dolor, extenuados. uno dijo bruscamente. Con qué fin. Se muere!
Otro dijo. Mis hijos, ya sin fuerzas, languidecen.
Otro. Mi mujer está en el hospital.
Un extremecimiento negro, glacial, pasó por encima de las cabezas.
Con los ojos encendidos, relampagueantes, un liércules de veinte años exclamó: No, jamás. Debemos resistir hasta el último día, todos. No somos brutos, sino hombres.
Se miraron unos otros: flacos, amarillentos de insomnio, de hambre y de dolor. Un pensamiento temblaba en el gran silencio: Con qué objeto. Se muere! majestuosos, con los vestidos hechos tiras, conteniendo en lo más liondo sus sollozos de vergüenza, como sombras graves y desoladas, volvieron al trabajo. Hasta cuando. San Jose, 992
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