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ustradas prenderse en llante pareció de tenebrosa na de vapor Por eso él voll, sin que sus rcos del cafeiaen que un llevárselo lestad; pero no ba meterse nbre que haiera, rubia y presencia; las amada, cuan ante aquella ro no pediría.
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de llorar un e un rapazuesu logar la o sumariiería, que le a convertirla tenía su alen plumones lán su débil idad de su esElla está pensativa como una cautiva de los moros; su tristeza se refleja fielmente en su semblante. Su corazón se marchitará con su belleza seguir el tiempo tan oscuro. para aclararlo es preciso que uno de los dos vaya contentar al otro. Tarea muy fácil; pero ¿cuál será el primero?
Por fin, no queriendo, no pudiendo permanecer inactiva, penetra sigilosamente en el cuarto de su esposo. Acércase la cama, se detiene: él respira suavemente; tiene la boca entreabierta, cúbrele el labio superior, corto tupido bigote negro que ella contempla con voluptuoso placer y deliciosa sonrisa. La brisa sopia en el cielo de su ventura. En seguida ella inclina el busto, y el pelo, que lo trae suelto, apenas cogido por peinetas de carey, cae como una lluvia de luz sobre la cara del. dormido, al mismo tiempo que le sella los labios con un beso que dice un mlindo de reconciliación.
El despierta una dulcísima sorpresa que no le da lugar Fot. Paynter para acordarse de Benigna Uribe, Maria Cristina Rojas nubecillas de mal Balvina Cañas y Clara Moreno tiempo, Toma, pues, la graciosa cabeza de rubia cabellera y naricilla perfilada, entre sus manos, y la quiere des hacer besos y caricias.
Después toma dulcemente su mujer por el delicado y gracioso talle, la recuesta su lado, y, a través de la ventana ven los dos la gasa gris que el viento de la dichia lleva de rastra por la bóveda azul del cielo.
10 fué ocupaa que lo atennó que le arito.
y con cierta rcicio arrumobre un ancho los brazos San José de Costa Rica. 1898.
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