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Majeres de Ibsen la palabra Para Páginas Mustradas. Mi quer HILDA Recorría (Solness el Arquitecto. 1892) su magnífico nombre fuere ya Desde que Hilda aparece en escena se nota en ella el atrevimiento Parlamento de de quien es joven y tiene confianza en sli porvenir. Llega alegremente, la publicación hace recordar Solness los detalles insignificantes de la vida de hace de particulares diez años que aquel hombre había olvidado como olvidan todos los que Eu Roma viven apegados a la tradición, las palabras de luz que iluminan de cuando dejar la Ciudad eii cuando las oscuridades de sus conciencias, de despedida.
Hilda, como la juventud, recuerda y ríe con sus recuerdos liaciendo con ellos un castillo; sus ilusiones, que poco poco, fuerza de constan que llevéis un re cia se irá dibujando en los dominios de la realidad.
Ella no es como los pájaros del bosque que se esconden entre las liojas de los árboles para cantar: no es modesta como no es modesta la juventud cuando sabe que esas virtudes hipócritas lo que hacen es apagar iniciativas y adormecer los ánimos enardecidos de quien tal vez podría llevar a cabo alguna acción de proveclio para la llunanidad.
Como la juventud es orgullosa y como ella siente en su cerebro los nobles impulsos de la generosidad. Aconseja al constructor que dé una alegría Ragnar y su viejo padre moribundo enviándole sus dibujos y cediendo la ocasión de ejercer su talento aquel joven dibujante que ha vivido su ombra, sin poder gozar de la luz vivificante de la libertad en el trabajo.
En cada una de sus palabras encuentro la juventud que habla con la vejezi ella representa aquella edad liermosa en que se sueña siempre y en la que se desea subir, subir muy alto pesar de lo que diga el inundo en las historietas que acostumbra referir en voz baja.
Como los jóvenes es impaciente; no puede dejar para más tarde aquello que talvez tenga consecuencias inmediatas. Para dar la alegria al padre de Ragnar es preciso escribir una carta, pero es preciso no perder tiempo porque el pobre anciano puede morir esperando.
Hilda baja al jardín, recoje en él las flores de matices más delicados Fot, Ruda y de perfumes más penetrantes; con ellas adorna su persona y se pasea tranquila por entre las alamedas del parque sin importarle nada las miradas curiosas de aquellos extraños que la expían desde las ventanas Es la conciencia limpia que desafía con sus ideas nobles y sus sentimien de vuestra famil tos elevados la opinión pública que siempre se oculta para arrojar sus todos los días de fallos atrevidos sobre muchas cosas que no comprende.
Dió el filós Ella anima Solness para que suba allá lo alto de la torre que El obispo corona la nueva vivienda y lance al mundo desde arriba el canto hermoso cancillería, en de de sus ideas y de sus intenciones. Quiere que suba porque subiendo es notando el Presi como se ennoblecen los cerebros que así se acostumbran vencer el tér los derechos devi tigo y con el vértigo las pasiones que se arrastran los pies de los ricos vió los papeles a y de los poderosos.
Hilda lo ve subir ansiosa y cuando el arquitecto cae repite con orgullo: Llegó la cima. Mientras tanto se prepara para continuar acordado Su Sar palabra, seguro su misión hasta encontrar el verdadero liombre fuerte, capaz de resistir dejando al cama al vértigo que se siente en las alturas cuando se está solas con sus pensamientos.
José FABIO GARNIER Yo non 1058
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