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Página de album MARIA TERESA Para Payinda Testler Dos son las principales condiciones que determinan la verdadera amistad: el cariño y el respeto, y la sinceridad como animadora esencia de las dos.
Los buenos y legítimos amigos emplean el caudal de su cultura y de sus generosos sentimientos en recíprocas demostraciones de simpatía, la manera de dos astros que se correspondiesen con el dulce beso de su luz. Lealtad, desinterés, afable y delicado trato, modestia, justicia, largueza, he aquí la noble corte del más grande y consolador de los vínculos del corazón lumano.
Es la amistad un consorcio de voluntades que viven en perfecta unión de aspiraciones: que gozan con la misma intensidad deleitadora de todo lo que alegra y levanta el espíritu: que aman el bien en igual forma y lo persiguen con el mayor anlielo en ejemplar concierto de facultades: que tienen fe ciega en su propia firme virtud. la voluntad, poderosa cuando culmina en el ánimo, es impotente, sin embargo, para crear los sagrados lazos de la amistad y para encender en lo íntimo del pecho el radiante y caro sol de la alegría. Se quiere y se está alegre sin que la voluntad así lo imponga arbitrariamente, sino por efecto de una secreta fuerza ante cuyo maravilloso imperio la voluntad queda sometida y como ahogada en mágicas y excelsas ondas de afecto y de placer.
La amistad. una de las diversas manifestaciones del amor en que se abrasan las criaturas de Dios, y la alegría son, pues, superiores a la voluntad, energía auxiliar, acaso la más importante para mantener en su belleza y esplendor esas dos benditas sensaciones del alma.
ORYON UN ENEMIGO No te inquietes por mí, no he de ultrajarte Que es la bondad, enseñanme los sabios, ahora que sufres misero y caido; la más grande, inmortal filosofia; sé que me has calumniado y perseguido, y olvidan en la tierra los agravios mas quiero en tu desgracia acompañarte. las almas generosas ¡y la mia. medida que avanzo en la existencia, Ven mis brazos! lloraré contigo, se hace más tolerante mi conciencia te redime el dolor, seré tu amigo: y el que me ofende mi perdón alcanza; ven mi hogar purísimo y consiente que si es placer de dioses la venganza, que grave mi hija un ósculo en tu frente.
es gozo más divino la clemencia.
Tienes recelos de encontrarme humilde?
Fiero, iracundo, al recibir la herida. Dudas acaso que cesó mi encono?
te la hubiese cobrado con la vida. Si dejo que te bese mi Matilde, mas no después: yo soy cual la corriente: ya puedes comprender si te perdono!
turbia, encrespada, y luego, transparente.
MANUEL PICHARDO Това

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