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1z del creconcierto fen cuando mi palabra sea impotente, y los esfuerzos de ambos coronarán la victoria. Entonces, la humanidad será lo que debe ser. estrechándola entre sus brazos, la beso en la frente.
Aquel beso la llenó de supremo deleite, y fué para la infortunada peregrina como un bautismo de felicidad.
Hilda fué feliz en la Selva Oscura, y nunca echó de menos ni su palacio, ni sus riquezas, ni el esplendor de su corte, porque aprendió cuanto puede la voluntad firme y decidida al servicio del ideal.
rcha de la colvían en u rostro, no tropes de sus ahullido bundos y an cruelpero nada a silueta momentos Quo Vadis. UN POETA Para Páginas Ilustradas ¡No hay lucha sin dolor. Suelta la brida De tu pegaso fuerte Deja auroras al paso por la vida Que alumbren en la noche de tu muerte, Del numen de tu mente haz un cilicio de tus iras latigos de fuego dimeña los impetus del Vicio Que impone su coraje sin sosiego. divisar emeja ban minencia talisman en cuyo y siguió Con tu canto fecundo Levanta a la Virtu una proclama, tu voz, becha luz, por todo el mundo Lit leven los clarines de la fama.
Redime tu adversario Con tu nuevo Sermon de la Monta, Aunque tengas un INR y un Canaria Como gloria final en tu campaña xtendían zaba a los ne provostranjero esa niña Es ardua tu contienda, Pues son tus ansias difundir la lumbre; Hay abrojos y sierpes en tu senda, Pero sobre ellos salvarás la cumbre.
No cejes nada en tus contiendas rudas rasga las tinieblas con tu verbo, Aunque te lesen los nefarios judas De espiritu protervo.
Sé rayo que fulmina Rasgando en mil pedazos la impostura, Tu misión evangélica termina clava tu pendón sobre la altura.
Cese el canto a las náyades y flores, El canto que se esfuma en vaguedades Alza el grito triunfal de los condores Que miran con desdén las tempestades.
traviado pan y un nto de la sos ojos La infeliz mi reino, es perdió Ho la vía ue creía sed y de criatuepiento. verdaNo se oiga ya la endecha Que ensayan los histriones de sainete, Sea tu canto el himno que en la brecha Entone el Triunfo al avanzar tu ariete.
Que arrulle la torcaz en la montaña, El cierzo que solloce en el osario; Tú eleva la canción de tu campaña asciende, como Cristo, tu calvario.
Tu verbo que al oído Arrullo cual la música distante, Semneje el estampido Que lanza al paso tu corcel triunfante.
Lucha y vence, cual lo hacen los alciones Desafiando las iras de los mares; Sé prácer de futuras redenciones Tornando en marsellesas tus cantares do para msar, yo si en tu sacra lidia Te aúlla la impotencia de algún necio, Al borde del ahismo de su envidia, Enclávale en la cruz de tu desprecio!
No escuches el aplauso de profanos Ni la injuria mordaz del sicofanta, azota a los espíritus insanos Con tu protesta redentora y santa.
con tieradorada triunLISÍMACO CHAVARRÍA 1127

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