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e jamona, que luce su sevillana, y el aseo, cha, de sesa y tierno las libertaos son los curioso en lo demás unca retrino había arrimada, aquí, y tal Ledando en de los sujetos con quienes trabamos relación. De modo que hasta en los casos más superfluos sabremos agradar, y por lo tanto seremos también, por nuestra parte, complacidos.
La manía de la sirvienta de la casa de la purería, era la de aspirar ser cara mitad. Cuando se quisiese conseguir algo de ella, no había más que salirle con que ella aun se podía casar. Cuántas otras siendo malas mujeres y viejas lo habían conseguido! Cuánto más ella que estaba joven. Qué se le pedía entonces que no lo hiciera?
Ya había hecho migas con Pepe el que arrollaba la hoja de esa planta cuyo cultivo es tan difícil y luego se va en humo.
Por costumbre de hacerlo con todas, requebraba Pepe Pilar; y se distinguía más para hacer reir sus pálidas compañeras de trabajo.
Un sábado, cuando compraba el diario en el mercado, tropezó Pilar con una señorona que sabía las cualidades de orden y aseo que adornaban nuestra maritornes. La habló para que fuese servirla. Ofrecióla buen sueldo y amplias comodidades para que el hijo asistiese la escuela.
De vuelta de las compras, no cupo en sí de gozo; contó en casa la excelente colocación que le habían prometido en el mercado. como si el tiempo le faltase se despedía de una vez para irse al día siguiente.
Doña Antonia, que no quería pagar una oficiala en la purería iba tener que pagar cocinera también.
Así, pues, toda la noche pasola cavilando, y hasta que no se le vino la mente el ardid, por el cual retendría la mujer de su servicio, no consiguió dormirse.
Al día siguiente, muy temprano, le dice Pilar. Qué triste se va poner Pepe cuando se entere de que usted se marcha de la casa. No. Por qué? Yo jamás he podido llamar la atención de él. Pues, ya verá usted. El día de el Cristo de Esquipulas, cuando usted se marchó Alajuelita, todo el día estuvo en averiguaciones del por qué no la veía. De veras. Pues no creía. Ah! Sí que él me ha requebrado muchas veces al salir. Pues ya ve usted, y piénselo bien. Eso de desperdiciar una ocasión.
Pilar no se fué. Todo lo contrario, desde entonces desplegó una actividad asombrosa en el manejo de la casa, para tener tiempo de acicalarse ir desvenar tabaco a la purería.
La señora tuvo, a partir de ese día, sirvienta segura y la oficiala que necesitaba. Pepe, gran diversión y almuercitos de la cocina.
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