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La Noche Blanca De las noches tristes y angustiosas que he pasado nos contaba Julio Ram una noche, en uno de los parquecitos de Morazán ninguna como la de aquel 24 de diciembre de no me acuerdo que año!
Me encontraba de paso en una de las más bonitas y frías ciudades de Europa, donde había algunos costarricenses que estudiaban y con los que me veía casi todos los días con la mayor intimidad.
Aquel día me habían dicho. Pasaremos la noche en tu casa. los espere.
Mi mesa estaba lista: algunos bizcochos.
té. cognac. qué más. Era suficiente. Eramos jóvenes y recordaríamos las fiestas de Pascua de la Patria. nos contaríamos nuestros proyectos, nuestras aventuras, y así, charlando, pasaríamos la gran noche. Esperaba ancioso. Serían las nueve, y no llegaban, y no me atrevía salir En aquellas horas que pasé, solo. con mi pensamiento inquieto. veía arder la leña que chisporroteaba esparciendo su confortante calor por la habitación.
La veía consumirse poco a poco, dando antes, sus vivos y variados colores. antes de llegar la nada, al humo, la ceniza. mirando aquella chimenea, me aturdía un mundo de pensamientos.
Dieron las diez, y no llegaron.
Cogí mi abrigo y salí. La angustia más grande se a poderó de mi ser, y los recuerdos y el cariño al hogar paterno tan lejos, me invadieron.
Qué hacer. Dónde voy. me preguntaba. Suave y copiosamente caía la nieve.
Toda era blanca, aquella alegre y para mí tan triste noclie!
No veía ninguna persona, ninguna alma conocida transitaba las calles!
Yo seguía caminando y pensaba en los amigos que no llegaron y en el hogar tan distante y tan lleno de alegrías y afectos!
Pensaba en mi soledad que me daba miedo sintiendo aquel doble frío del alma y del cuerpo.
Caminaba. y las calles seguían desiertas, para mí: todo el mundo estaba en su hogar, con los suyos.
Para ricos y para pobres, aquella noche 1175.

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