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Página de albam VIRGILIA.
Para Páginas Ilustradas Ha declinado el sol. Es la hora feliz del rubio crepúsculo, y el siencio va llegando con la sombra envolver la tierra con sus lóbregas las y presidir el fatal y solemne reposo le la Naturaleza durante la noche.
En el áureo horizonte, y por encima de las nontañas, brota. de improviso, un albor uave, una claridad triste que se extiende y e aviva en breve, liasta que se descubre en fondo de un inmenso círculo, el globo enrendido por el astro del día. por el implacable enemigo de las tinieblas, ya perdido en emotos espacios. Es la luna, la preciosa naga de la noche. Salve, oli muda y nisteriosa hada de los cielos, de faz tranquia diáfana, levemente sonreída y afectada por el dolor. Con movimiento regular y util, sube en su carro soberbio, dirigido por la olímpica cazadora hermana de Apolo, on la mirada a pacible y fija en el mundo, Alfredo y Rodolfo Esquivel Carranza ue domina.
Fot. Payntor Un grupo de caprichosas nubes corre su encuentro y velan su ostro de plata y se inclinan devotamente y pasan dejando a su majestad, su bella soberana, deleitarse en la contemplación de los seres que duermen su corto y sabroso sueño reparador.
Todas las estrellas surgen del abismo un mismo instante, descorren su ligero velo, y deslizan por el éter el fuego inmortal que las abrasa, y ofrecen su buena y casta diosa, con su trémulo beso centellante, el fiel tributo de su amor.
La noble deidad, la pálida azucena del vacío, tan pura como un ensueño idílico, sigue su viaje triunfal por la bruñida esfera y llega al cenit y allí, su disco de gloria, resplandece con alegría y con ternura de alma piadosa y mística, de alma pensativa que se desvanece dulcemente en los delicados fulgores de su divina luz.
Angélica Fonseca Lizano Fot. Paynter LYRA

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