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RESPUESTA DE LA TIERRA (DE COPÉE)
nueve veces el suelo; mí se humillan juntamente las cosas y los hombres. Empero, soy humilde, y mi älma sumisa jamás tuvo el insolente orgullo de mis padres. la virtud tributo y homenaje a la ciencia; hice gravar doquiera en mi palacio sentencias de los sabios y aforismos, fiel las tradiciones, como sigue el juvenil ardor consejos graves. Odio a los cortesanos, y si fuera menos bueno quizá, cortado habría su lengua mentirosa; soy benigno, y la picota van esos que ahogan los recién nacidos no varones; yo soy sutil: ingerto en el manzano la rama del rosal; mi mano es diestra en varios instrumentos sonorosos; leo bien, y de amores soy poeta.
Valiente soy, mas no como el horrible Tamerlán, por la gloria sanguinario, sino para caer como una tromba sobre el Mogol obtuso y el de Rusia sin Dios menguado lijo, cuando al Celeste Imperio se abalanza. Sabio, me sé los ritos y los códices; y, piadoso que soy, rindo homenaje los bonzos del Kong Tse en sus pagodas y de Fo los prelados y pontifices.
También protejo Cristo, al Dios que nació de una virgen, y que clama amor y paz en la espaciosa tierra.
Siendo justo también, quiero que el grano lo coma en pan el que lo siembra y cuida.
Soy bueno, en fin, y sabio, y grande, y puro, y mi nombre se dice entre alabanzas por cuantos son mis siervos infinitos. COPEE que viene.
Una vez en el año ara la tierra el imperante de la sabia China.
Este deber piadoso va cumpliendo Kang Hi, sublime Emperador, llegado el día fijo del campestre culto.
Blancos bueyes del Tibet son uncidos al carro que Kang Hi rige y conduce, sin distraerse con la inmensa turba que la fiesta imperial devota llega. Mientras fecundo el suelo ante sus pasos se abre, formando estremecido surco, Kang Hi murmura soñador: Oh tierra!
La vida es una enigma y la muerte un misterio pavoroso.
Mas tú, cuyas espigas son la sangre de los muertos de ayer, que ora los vivos para poder vivir van recogiendo; oh tú, del cedro madre y la gramínea, tú, Tierra, saber debes de nuestro sino la fatal palabra.
Sobre este obscuro tópico respóndeme, que ya cansó mi fatigada mente.
Kang Hi soy yo, de Chung Tchi soy el hijo; el Tibet y Formosa, de mi brazo vencidos son; soy grande entre los grandes; nadie puede ponerse ante mis ojos si no ha tocado ya con frente esclava ahora, oh Tierra madre, cuyo seno té, trigo, arroz y sedas nos concede; tierra, do las criaturas una cuna tenemos y un sepulcro; que eres causa y efecto un tiempo mismo de cuanto en ti se agita: díme. qué habrá de ser cuando yo muera, de mi vida y hazañas?
Por un vuelco del carro el surco fué más hondo, y del arado la ferrada punta la cabeza de un muerto carcomida, del asombrado rey botó las plantas. ANTONIO JOSÉ RESTREPO 1203
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