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Un año más Para las almas finas y herméticas, que son las más aptas para el goce, exquisito y mortal, de las más tóxicas mieles del dolor, esta noche de San Silvestre la última noche del año recamada de las más ricas y raras joyas del cielo, está llena de melancólicas reflexiones, de pensamientos sombríos. No hay ser humano, como no predomine en él un exceso de inconsciente animalidad, que no se sienta triste un momento, pensando en la infinita vanidad de las cosas que tanto desconsolaba Salomón y Marco Aurelio, y en la infinita vanidad del tiempo.
Gentiles damas os sonríen, la algazara de la muchedumbre resuena en las calles, oís músicas próximas lejanas, tal vez un insigne mosGraciela Jiménez Flores Fot. Paynter to hierve en vuestro cristal; y sin embargo, de pronto os ponéis tristes, horrorosamente tristes, como cuando, en un amanecer indeciso, que baña de palideces cadavéricas el suelo, marcháis a vuestro lejano lecho, ahitos de carne y de licores incendiarios.
En esa congoja momentánea os vienen a la memoria los recuerdos, como bandadas de aves nictálopes; y presentís con una clarividencia insólita que el año que muere, entre esplendcres de fiesta, es un poco de vuestra vida que se vá, que se fué, que no ha de volver nunca. Conside1212

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