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por medio de dosis suficientes de aceite de castor. Para combatir la sed constante que el veneno provoca, recomendaba el citado facultativo el uso del té, la canela el guaco.
Hacemos estas referencias por vía de ilustración, pues el suero de Calmette parece ser el remedio por excelencia contra la mordedura de las serpientes venenosas. La mordedura de la coral, semejanza de la de la cobra de la India, no produce síntomas locales, en la herida, que alarmen al paciente: la confianza que esto produce permite al veneno una circulación amplia en la sangre, de consecuencias fatales, sin que se busquen su debido tiempo los auxilios del médico. Hay, además, otra clase de culebras de coral que son absolutamente inofensivas y que viven en los mismos sitios que las venenosas, lo cual ocasiona confusión de especies y se las mata indistintamente se las coge vivas, con grave peligro de una mordedura mortal, cuando no se sabe distinguirlas. Una vez muertas, fácilmente se puede ver la que tiene colmillos venenosos y la que sólo presenta dientecillos diminutos inocentes.
Ambas culebras de coral presentan en Costa Rica un fondo rojo de grana, veces renegrido, con anillos negros y amarillos, aunque estos últimos veces no existen en una forma de las venenosas, y los anillos negros se hallan en contacto directamente con el fondo rojizo. En las especies venenosas los anillos negros están bastante separados unos de otros, bien con anillos amarillos los lados del negro (Elaps fulvius. sin amarillo, como dijimos antes; mientras que en las culebras inofensivas, que son de una apariencia más oscura, los anillos negros están en pares, separados entre sí por un anillo angosto de color amarillo pálido.
Los colmillos de las serpientes de coral son en realidad muy pequeños, pero están acanalados, formando un tubo de paredes estrechamente unidas, aunque no soldadas, como en las serpientes de la familia Crotalida. Cuando muerden, se traban de tal modo que con frecuencia se rompen al separarse el reptil de la parte mordida, dejando por esta razón todo el veneno que poseen dentro de la piel de la víctima. ALFARO. Véase La Gaceta Medica, año IV, 12, pág. 296, Postal Cuando tus ojos serenos fijan en mí sus pupilas, tan brillantes y tranquilas como estrellas en la sombra, siento que mi alma te nombra, que te bendice y te canta, porque su sol se levanta y se despierta la alondra.
LUIS 20 de Diciembre de 1905.
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