Maerte de un humorista francés Alfonso Allais Para Páginas Tlustradas Je considère la vie comme beaucoup trop provisoire pour étre jamais prise au sérieux, et pas assez facétieuse pour inspirer des vives allégreses. ALLAIS Generalmente no surge la idea de la muerte en medio de las lecturas chistosas, las escritas para hacer reir, para contar cosas inverosímiles. No parece que esa alegría tenga un fin, no parece que el artista se inquiete del mañana y, sin embargo, esos hombres que nos hacen reir no son por cierto los que más ríen; tienen un fondo de tristeza en el alma y cuando se creyera por sus obras que su vida es un mar borrascoso, sucede lo contrario: el bajel marcha sereno y seguro sin dejarse azotar por las tempestades de la vida.
Alfonso Allais, que acaba de concluir su jornada, fué un escritor alegre, rabelesiano veces, siempre provisto de la famosa blague tan común al genio francés.
Su educación, que tenía todo de científica porque su padre lo dedicó la profesión de farmaceutico, que era la de él. no impidió que después de haber hecho estudios sobre el aislamiento del fluwo y perfeccionado el horno eléctrico, a fin de obtener diamantes artificiales, pasara de la redacción del Tintamarre la redacción del Chat Noir, dirigido entonces por el «gentilhomme cabarelier. Rodolfo Salis.
En el célebre ca baret de Montmartre, especie de cenáculo literario fundado en 1882 bajo la presidencia de Jules Grevy, encontró Allais, en POSTAL compañía de Xanrof, Courteline, Auriol, etc. etc. otro campo diferente del que le procuraban los serios estudios de la química. su alrededor se oían las canciones de Mac Vab, el autor de Squelettes, Croque Morts y del Bal de Hótel de Ville; de Jules Jouy, que murió loco, y de Jehan Rictus, el poeta de Doléances, Cantilenes du Malheur y Soliloques du pauvre. De tiempo en tiempo, en ese tono de desilución melancólica que de Montmartre invadió la Francia, Jean Gudezki cantaba «los placeres de los burgueses en los domingos tórridos» etc. Fursy se hacía aplaudir en 1216