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sus «chansons rosses. Jacques Ferny narraba en sus memorables versos, la Visite Présidentielle y Franc Nohain deleitaba con sus Flútes.
En alas de la boga volaba la literatura aquella de Montmartre, y entonces fue cuando el editor Flammarion publicó la famosa colección de «autores alegres» en que Huriol publicó En revenant de Pontoise.
Contez nous sa!. ai tué ma bonne. Histoire de rire. etc. Xanrof, más de sus Chansons rire, Bebè qui chante etc. publicaba Pochart et Pochardes, Paris qui amuse, Le saucisson pattes, etc. Chavette, Conquête une cuisinière; Courteline y Pierre a su vez, Gaités de e cadron y Gaités de la Morgue, dos alegrías diferentes. en esa época, el que en la vida fué más que todo un misantropo, un melancólico, un hombre de orden y de ciencia, Alfonso Allais, publicaba Vive la Vie! se tordre, Pas de bile, On est pas des boeufs, Bec en air, Parapluie de esconade, etc.
Una larga colaboración humorística en Le Journal y multitud de otros periódicos, tal es el bagaje literario de uno de los escritores franceses que con más verba y aticidad han sabido usar del idioma de Moliere, un pince sans rire al parecer, serio, profundo pensador y siempre riendo y sonriendo de sus semejantes. esa estoica filosofía debió sin duda la litúrgica indiferencia con que recibió la muerte, pues cuando uno de sus amigos le preguntaba días antes de morir. Cómo seguía de salud. Moriré mañana, respondió el pobre Allais.
En efecto, pocos días después moría, sin haber podido concluir sus obras póstumas como las llamaba él por un triste presentimiento, no dudarlo.
CALIBAN TROFEOS EL OLVIDO (De José Maria de Heredia)
Sobre la cumbre agreste del promontorio erguido, de un templo se diseñan las ruinas misteriosas; reliquias del Pasado, los héroes y las diosas en mármol blanco duermen el sueño del olvido.
Sólo un pastor ingenuo, de rostro entristecido, que trajo a la cisterna sus greyes temerosas, de un caramillo vierte las notas quejumbrosas entre el azul del cielo y el mar adormecido.
La Tierra, con los dioses vencidos es clemente, y en los estíos lace propicia y elocuentejunto al capitel roto nacer un nuevo acento; Pero ya el Hombre no ama los viejos ideales y sólo el mar que besan las noches estivales lamenta sus sirenas con tumultuoso llanto!
EDUARDO CASTILLO 1917
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