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Poemas del alma Para Páginas hustrudas Que Rafael Angel Troyo es artista, lo dicen con más autoridad que nadie sus delicados cuentecitos y las frases musicales tan dulces, tan sentidas, que despecho de la prosaica tiranía de la riqueza, su talento y su corazón han sabido producir.
En mala hora se afilió una escuela impotente que, cansada de luchar con desventaja en la reñida lid de la pompa vana contra la energía todo poderosa y para no rendirse sobre el campo huyó refugiarse en los rincones de la extravagancia desde los cuales aún se burla con delirante tenacidad del sentido común, incorporando de cuando en cuando sus ridículos soldados al ejército en marcha de la cultura modernista. Al mirarlo abrazar esa bandera, atraído por el colorido fugaz de sus listones, lo juzga mos perdido para siempre cuantos creemos que en esa labor de la perversión del gusto todo se atrofia, todo se aniquila, basta la más tenue percepción de la belleza.
Felizmente para él, la vida llamó con insistente alegría las ventanas de su nido por las cuales entró una vez el ave compañera.
Luego se oyó el gorgear de los poyuelos. la clase de sentimientos y el género de emociones que esos gorgeos no imaginados despiertan en el organismo humano, cambian radicalmente la comprensión de la Naturaleza. En todo hay armonías nuevas, en todo renace ese extraño vigor que impulsa al genio a las conquistas del porvenir.
Rafael Angel Troyo comprendió que el arte es fuerza y es salud y es vida, y que para interpretarlo no es preciso padecer fantásticas enfermedades. Se operó entonces en él una resurrección digna de celebrarse con sincero entusiasmo.
Sus «Poemas del alma» son el primer saludo de su inteligencia al mundo nuevo que se ha manifestado ante sus ojos en primorosas formas. En esos poemas hay ya la sugestión de ideas que luego tomarán cuerpo la sombra de la meditación Como simbolismo vigoroso y atrevido, tomado no ya de exóticos ambientes, sino del propio ambiente de nuestra vida diaria, allí tenéis «El Cóndor y el mar. pintura exquisita que encierra una intención profundamente amarga, profundamente cierta y cruel. No es el símbolo incomprensible aun para el cerebro que lo engendra, que hace hoy su procesión grotesca por la América. Es el compendio claro, brillante y preciso de una grande ironía. Al leerlo, se siente pasar silba ndo el desaliento.
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