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lo el batallón comes el otro con soldados veteranos, allá iban dispuestos a disponica por lo serio y no dejala cumplir lo Mandala un so brigadier hubieran antes.
vatos.
La columna en que Quiso la suerte acaso ciertas relaciones influencias que tenían los padres de Miguel que Germán fuese destinado al mismo cuerpo en que estaba su amigo y condiscípulo, que le consoló y satisfizo bastante, pues lo ciert) era que el cariño entre ambos se había arraigado del todo.
Dos meses cortos llevaban en las filas cuando, formando parte de una columna, salió se entretuviera mucho los reclutas con la instrucción; así es que si Miguel se hallaba campaña. Las circunstancias y las necesidades de la guerra no permitían que mandando una una sección sin haber tenido más tiempo que el de ojear la ordenanza y un librillo que llamaban de táctica, Germán peto mezci fusil y a mezclado, el uno con oficiales más antiguos y pudo aprender manejar medianamente mejor que pudieran y mey si la suerte lo la columna los que tomaban sa cosa enfriar el sto alcance y esto lo apreciaba él en 15 20 kilómetros do que tragar antes dos o tres.
adelante, aunque los muchachos se los siete meses que sirvieron a las órdenes de aquel brigadier, todo lo que no aprendieron que Miguel Al final de aquella temporada ni el uno ni el otro tenían nada de bisoños. Con resignación primero, por deber después y, al final, con valor y entusiasmo se habían batilo lo menos docena y media de veces, lo que no dejaba de representar algo para unos noUn acontecimiento político por algunos esperado y no mal recibido por la generalidad cambió por completo el cariz cudesso que tenía la guerra hizo inclinar la balanza en favor del ejército regular, que sin trocar los colores de sa bandera, vió ésta levantada por otras manos y otro símbolo. Ese acontecimiento dió ocasión que las partidas facciosas como las columnas leales se concentrasen recogiéndose aquellas en las poblaciones en que domi.
nenan y tenían apoyo, y formando éstas, divisiones de más importancia para atacar los fuertes y baluartes en que aun se se defendían los enemigos.
venían llas divisiones, la que tina ciudad en la e, mardada perando Miguel y Germán formó parte de una de aquerecibió orden de atacar y ocupar Campo, que se e había hecho fuerte lo mejor La no fué feliz ni tranquila que digamos: la mayor parte de ella debía hacerse por país enemigo y era preciso andar con cien ojos y excesivas precauciones. Ni aun asi (y Jas indicaciones de lus orace fianza no hubo la cravesar un laderno pudo evitarse que toda la columna cayese en que pot incuria, desidia, inepcia sobrada con Cauadores, uno de el que servían Miguel iguer einen ardin, campesta de dos chataillones de y Germán En el centro de éste hallábase la artíllería, consistente en una batería de montaña, un regiabia ya cruzado difícil miento de infantería, el cuartel general y su escolta, y embocaba lo más estrecho de la ca sitilä lenreta nar dia, compuesta por un batallón lón y unos ciento cincuenta caballos. Había sitios en que los hombres apenas podían pasar de dos en dos la artillería y los ginetes. En esta disposición se oyeron unos tiros en la y, si esto hubiera sido señal, de ambos lados del desfiladero empezó a caer una lluvia de balas, mientras que la re taguardia se veía cortada del resto de la división por el ataque de algunos centanares de hombres que la bayoneta quisieron precipitarse en el callejón para pollerarse seguramente de la artillería, dos de cuyas piezas cayeron en su poder.
Los caballos infantes que formaban retaguardia, aunque sorprendidos, bien mandados, retrocedieron buscando más ancho campo en que poder maniobrar, dejando con ese movimiento que el enemigo penetrase en el desfiladero. La vanguardia, que a su vez se de y. posible para dar salida la artiimposibilitados de moda oderemos con la esituación, mar que delicada, era era grave, y el Jefe que comprendiendo alli ocurrir y apelando a un medio he resolvió tomar viva fuerza los flancos del desfiladero, cuya orden, para los dos batallones de cazadores, que, uno por la trepar por aquellas breñas. La primera compañía que embistió fué la en que servían Miguel y Germán, llevando a la cabeza sus oficiales; pero apenas transcurridos cinco minutos cuando tres de ellos y diez doce soldados rodaban por el suelo, muertos heridos. Miguel, único oficial ileso, tuvo que tomar el mando de aquellos valientes y, aunque ya templado y aguerrido, el horroroso fuego que desde arriba le hacían los enemigos, le hizo titubear un momento.
marche una emboscadas de los prácticos del terreno)
die perecaución de hia cho los y de uno en uno mulos de una see vin atacada, avanzó pase de carener de la angostura, sin poder en el se podía mandaba la roico para evitarlo dia, com y otro por la izquierda derecha, empezaron 1272 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica
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