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Sugestiones Para Páginas Muestradits ses.
Los dioses de la ciencia, de la pedagogía, de la política, del arte, de la jurisprudencia y medicina dormitan en sus altos zócalos. La muchedumbre hormiguea sus pies: cada cual pasa dejando un tributo de adhesión y respeto al fetiche, ya consagrado como tal por el juicio de un conjunto.
Abajo, entre el pueblo, la prensa gacetillera ventila asuntos que pa recen importantes. Ahora se trata de una cuestión de higiene pública: nada se ha dicho que satisfaga al pueblo; todo lo escrito es muy superficial. Los hombres quisieran oir la opinión de algunos de sus dioses sobre el asunto en referencia.
Alguien entristecido y suspirando, dice:Si hablara Fulano. Otro añade. Quién oyera Zutano. Sedientos de luz, de oirlos dar una opinión, un tiempo alzan todos la vista hacia sus dioPero en vano! Los dioses apenas abren idiotamente los ojos, se fijan sin hablar como lechuzas, repliegan de nuevo los párpados y continúan en silencio y dormitando. Los dioses no quieren hablar!
La mentira, la adulación y la herencia colocó esos fetiches en sus altos zócalos, no fueron ni su ciencia ni sus virtudes. Ahí están, mudos, no opinan, qué les importa lo que el pueblo ventila y lo que éste quisiera oir de ellos!
No hay que hablar; allá en el bajo existen otros hombres audaces que se reirían y harían pedazos sus sentencias. No debe hablarse. Hay que mantener la reputación ficticia todo tranUn disparate, un rebuzno, como el del burro de la fábula, los haría caer de su zócalo. esto no conviene. Halaga tanto la adoración inconsciente de ese rebaño que murmura sus pies! Las iconas de las iglesias no hablan nunca y son tan respetadas. Por qué no imitarlas?
Hay que hacer lo de ellas.
En tanto, allá a bajo el asunto de higiene pública no se ventiló bien, porque todos estaban oscuras. Como ese asunto pasaron veinte treinta en un año.
Los idólatras incondicionales piden explicación sus dioses, pero estos siguen el camino más prudente: no hablan.
Si hablara Fulano. Quién oyera Zutano. Bar ce.
Falk 1276 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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