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El galgo de Don Quijote. Un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, roein flaco y galgo corredor. Qué hiciste. oh Don Quijote! de tu mejor amigo. Por qué es que abandonaste tu galgo corredor. Qué gusto el que él tuviese de caminar contigo. Qué gusto el que él tuviese de compartir tu amor!
El es el Don Quijote que lame hasta la mano que suele castigarle: su lengua es como miel. No es cierto que en el fondo del corazón humano hay siempre una ternura? Mucho más tierno es él. Oh, perro! Tú, que sufres paciente los maltratos, iya ves cómo el Quijote también te abandonó!
Los hombres no son buenos, los hombres son ingratos. Ya ves cómo hasta el mismo Cervantes te olvidó!
En el radiante día, cuando el gentil Quijote abandonó la casa. jinete en su rocín y con espuelas firmes estimuló aquel trote que le llevó en un soplo desde uno a otro confin, allá, en la puerta, un grupo le despidió; mas luego perdióse el grupo en nubes de polvo bullidor.
y sobre la llanura, bajo aquel sol de fuego, se oía sólo a veces el perro ladrador.
Los tiempos huyen. Cuántos dolores y alegrías sobre la vieja casa pasaron en tropel! allí. como un recuerdo de los mejores días, soñando en Don Quijote dormía el galgo aquél.
Cuando volvió el Quijote, ganoso de ternura, cansado de la vida y hastiado de la lid, sintiendo esa fatiga del mundo, esa amargura por el esfuerzo inútil que a veces sintió el Cid, sin que llegara verse la casa aquella, y cuando había apenas nubes de polvo en derredor, sobre la gran llanura llegaban resonando los trémulos ladridos del galgo corredor. recibióle el perro moviéndole la cola, lamiéndole en las plantas, ladrando sin cesar, y el alma del Quijote sintió que no era sola oyó que otros ladridos llenaban el hogar. Ladridos de otros galgos. Fecundo en su guarida, fué padre muchas veces el galgo corredor: iy avergonzó al Quijote con su lección de vida, de verdadera vida, de verdadero amor!
Murióse Alonso el Bueno. Las gentes de la aldea, sabiendo de aquel hombre la vida singular, lloraron por el alma, lloraron por la idea.
lloraron porque toda locura hace llorar. cuando Don Alonso quedó en la fosa oscura, borráronse las huellas del llanto de dolor, y sólo por la noche, sobre la gran llanura, vibraban los aullidos del galgo corredor.
JOSÉ SANTOS CHOCANO 1327
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