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A pesar de que le agradaba adornar su cuerpecito elegante, siempre compraba, para ella, las telas más sencillas y, en invierno, en vez de descansar, dedicaba las largas noches frías a la copia de documentos con lo que se ayudaba para el pago trimestral.
Aquel secreto era su alegría, su orgullo. Su deseo generoso era que Helmer no supiera nunca que un sacrificio de su esposa debía la vida. sinembargo, las oscuras dificultades de la existencia, la delataron: todo lo supo Helmer, todo. en vez de echarse en brazos de su esposa querida, el hombre, no pudiendo avalorar los méritos de aquella mujer, le echó en cara la mentira, la deshonra; le habló de hipocresía, peor aun, de culpabilidad.
La apartó de su lado como si le causara repugnancia su esposa cu ya conducta presentía, dada la ligereza de principios en que había sido educada.
Le prohibió en un momento de irreflexión continuar educando sus hijos. Una mujer que tiene la conciencia de su culpa. debe mentir, disimular a todas horas. Sus hijos crecerán en una atmósfera de vergüenza respirando malos gérmenes. Le recordó que todos los depravados precoces tuvieron madres mentirosas que envenenaron a sus hijos con su ejemplo de engaño y simulación. en seguida, cuando vió el peligro conjurado, cuando comprendió que su honor esta ba salvo, quiso perdonar, empezando por comprender los sufrimientos que ha pasado Nora desde el día en que su acreedor la amenazó con acusarla Helmer.
Se inclinó la clemencia, la acarició con su voz que se hacía cada vez más protectora.
Nora mientras ocultaba su secreto. sonreía al pensar en la sorpresa de su marido quien le agradecería todas las privaciones de tres años; cuando vió que el prodigio esperado no se realizaría, comprendió que no era Helmer el liombre digno de su amor. pues al verla en peligro por haber falsificado la firma de su padre 110 supo adelantarse diciendo. Soy yo el culpable; ella, mi Nora adorada es inocente.
En ese momento de desilusión. Nora se irguió altiva preguntando. Una mujer no tiene el derecho de ahorrar su padre moribundo inquietudes y angustias? No tiene el derecho de salvar la vida de su marido?
En cuanto a la cultura de sus bijos ella no podrá hacerlo: esa ha sido siempre una empresa superior sus fuerzas.
Existe para ella otra cosa la cual deberá dedicarse: la elevación de sí misma.
Quiere darse cuenta de ella y de todo lo que la rodea y para eso es necesario estar sola.
Quiere adquirir experiencia del mundo: quiere asegurarse de qué lado está la razón, si la tiene la sociedad que preconiza las injusticias o ella que desea librarse del yugo de las convenciones, deja su hogar.
Al decidirse a abandonarlo todo para ir en busca de la verdad, Nora personifica todo un grupo de mujeres muy numeroso felizmente que, en Europa y en América comprendiendo las injusticias de su suerte rompen las conveniercias que las atan con guirnaldas de flores y proclainan en voz alta sus aspiraciones y el derecho que tienen verlas satisfechas.
José FABIO GARNIER 1335

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