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Señor don Próspero Calderón, Director de riigimas Ilustradas San José.
ESTIMADO AMIGO: Me lia pedido mi opinión en su muy atenta carta de hace algunos días, acerca del último libro del señor don Rafael Angel Troyo, intitulado Poemas del Alma. Y, por si su intención es la de publicar mi respuesta. voy a decirle sencillamente cuál es mi modo de pensar, anteponiéndole que no tengo pretensiones de crítico, ni me propongo abrir controversia literaria, ni enseñar nadie novedad alguna; sólo voy complacer U.
Yo creo sinceramente que el señor Troyo tiene un temperamento de artista, hecho sentir con fruición delicada las influencias con que la naturaleza y las artes sugestionan el alma; y así, lo vemos sustraerse del trajín ordinario de la vida para consagrarse un comercio intimo con el arte en varias de sus manifestaciones, en particular en aquella de las letras, puesta al servicio por igual del pensar y del sentir.
El despertar literario del autor de Terracotas, Ortos, Corazón jo.
ven y Poemas del Alma, coincidió con el florecimiento en algunos paises de la América española, de esa escuela decadente. modernista como se la quiera llamar, y de ella recibió Troyo las primeras impresiones, mejor dicho, los primeros embates, de tal modo imperiosos, que las primicias literarias suyas resultaron impregnadas de cierta congénita tristeza y cierta feblilidad enfermiza, que no eran en verdad, hijas legítimas del temperamento, impresionable mas no inconsistente, sensible anas no histérico, del señor Troyo.
Así pues, conforme han venido apareciendo sus producciones, se ha podido echar de ver sin esfuerzo, que si entre Terracotas y Ortos las lindes se confunden, entre Ortos y Corazón joven la divisoria se pronuncia, interponiéndose un espacio de reflexión de libro libro, y entre éste y Poemas del alma continúa espaciándose la distancia y marcándose el nuevo rumbo con que el autor inclina su arte de escribir, cada día más en consonancia con sus poderes naturales, respirando un aire más libre y gozando de una perspectiva cada vez más franca.
Hay en la vida común y esto aparece más claro en la vida literaria un período en que el modo de sentir y el arte de expresar del individuor están peligrosa mente expuestos a las sugestiones de los hombres y de los libros; de tal modo, que aun inconscientemente se sale hablando y se resulta escribiendo bajo la sugestión más o menos directa de tal personalidad quien se quiere se admira, de tal poeta quien se oye interiormente recitar sus versos y contar sus penas y aun liacer amables sus extravagancias.
He aquí lo que juzgo yo que sucediera nuestro joven autor en los comienzos de su labor literaria, y lo que ha dado motivo para que se hayan tachado sus escritos por algunos críticos, como meros reflejos de las obras de los decadentes que se supone que privan en su gusto y arte de escribir.
Pero ya he dicho Usted lo que, mi humilde entender ha acontecido, y de qué modo creo que ha venido y seguirá presentándose el proceso de la autonomía artística del señor Troyo.
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