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cosas.
En efecto: abra su último libro y lea su último escrito, La Pobre Lelia, por ejemplo. mí me ha parecido este cuadrito, lleno de sentimiento sano y tierno, no de sentimentalismo; escrito con naturalidad no exenta de deli.
cadeza; adornado con detalles de fina observación, sin recargo de colores cursis y sin aquel amaneramiento que quita su expresión propia, su idiosincracia al escritor.
Por esto he dicho que el señor Troyo inclina su arte de escribir, cada día más, en consonancia con sus poderes naturales; y así, se echa de ver en La Pobre Lelia un argumento sometido al curso de la vida diaria por su fondo de verdad: con acompañamiento oportuno de detalles, ni vulgar ni rebuscado: un lenguaje asentado y llano, en fin, un arte de hacer comparaciones, no por poético chocado con el sentido lógico de las «Desde entonces, el alegre colibrí de la risa emigró de la pálida flor de sus labios. sus violáceas ojeras, hondas y grandes, eran las tumbas de sus lágrimas frías. qué dice de la amarga ternura de la queja de aquella alma sola, que pone enfrente del amor de la madre el abandono que sufre de los demás cariños del hogar, con esta frase: Madrecita que estás en el Cielo. verdad que tú no habrías dejado sola tu pobre enfermita. Creo que dirá y que dirán otros que lean desapasionadamente esta producción del señor royo, que estos rasgos acusan una disposición intelectual y estética que acredita a quien la posea para trabajar con amor en el campo de la literatura. ello, acaso, para ser célebre en el mundo, para sacarle un provecho positivo como retribución al trabajo del espíritu?
De seguro que no.
El aire de la cultura general nuestra no soporta, por enrarecido, el peso de la recompensa pecuniaria de esta clase de labores; y quien entre nosotros se dedica este arte, ya sabe que trabaja por amor al arte.
Más tarde el señor Troyo corregirá, aumentará y compondrá en un volumen todas esas producciones: y tal vez vista con el traje del verso, el cual mi ver caería como pintado algunas de ellas, sus ténues y sentidos cuentos.
Con tal conjetura cierro esta carta, y quedo de affmo. amigo y servidor, FÉLIX MATA VALLE Cartago, 15 de febrero de 1906.
GABRIEL ANUNCIO acaba de publicar un volumen de cuentos, con el título de Tres Asesinos. Su concepción de la vida ha adquirido más amplitud y su fe en la existencia de las almas se hizo más profunda a medida que componía sus obras dramáticas. Sus novelas de otro tiempo estaban más llenas de su yo y de sus arranques de pasión. Hoy sus obras son más serenas y más objetivas.
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