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Por una media Rafael Villegas. Leía yo esta mañana en Hojas Selectas un bien pensado y sentido artículo referente a las condiciones de paz impuestas por el Japón su gran rival la infortunada Rusia, y meditaba junto con el autor en los torrentes de lágrimas, en los mares de sangre humana con que las guerras fertilizan el suelo de nuestro planeta, cuando he aquí que en el cuarto inmediato al mío. pero esto merece capítulo aparte.
II Cuando he aquí que en el cuarto inmediato al mío estalla un grito.
Rosita, la de los ocho años cumplidos, la «loca de la casa» como la llamamos todos, prorrumpe en llanto amargo, en llanto que inunda sus mejillas y se le mete por la boca. Tiro Rusos y Japoneses sobre la mesa y vuelo allá. Qué ocurre? Por qué lloras así. Qué grave desgracia te ha ocurrido. Es que ésta me quito las medias de mi muñeca y me pegó.
La designada con el pronombre despreciativo «ésta es Lucía, liermana mayor de la desventurada Rosita, puesto que anda ya (pásmense ustedes. al rededor de los catorce abriles. Hace muy mal, Lucía.
en pegarle su hermana melor: ya lie dicho Ustedes mil veces qne Ustedes no tienen el derecho de levantar la mano sobre sus hermanos: su mamá y yo somos los únicos que podemos castigarlos: a nosotros, pues, las quejas. Papá, dice Lucía, es que ella también me pegó, y las medias son de mi muñeca, son mías, yo las hice y Rosa quiere quitármelas.
Sí, ella las hizo, es verdad, pero la media es mía, Explíquese cómo es eso de la media. Fué una media grande que mamá me regaló mí: por eso las medias son mías. Entonces que venga su mamá decidir esta cuestión.
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