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Tú no adulas ni imploras de rodillas, Por eso son gallardas tus canciones; Eres fuerza rompiendo las Bastillas, Eres brío silbando los Nerones.
Tú no adulas ni imploras los grandes Ni ofrendas al soberbio tu agasajo, Por que puedes salvar hasta los Andes En las alas gigantes del Trabajo.
Del hambre no te hieren los mandobles Ni del fuerte las cóleras hurañas, Aun más recio te vergues que los robles Que mecen su altivez en las montañas.
Tu canto es el pavor de los tiranos, Pues vibra cual la voz de la tormenta: Ellos saben que tienes en las manos La adarga que hace libre: la herramienta.
Que vibre tu cantar mientras tu mazo Entona sobre el yunque himnos soberbios luzca la pujanza de tu brazo De fuerzas pleno y de robustos nervios.
No acalles tu canción y los confines Que tramonte en sus alas vencedoras, Como el toque marcial de los clarines Que anuncian el llegar de las auroras. Heraldo de futuras redenciones Que custodias las sacras libertades!
Comprendo tu vigor en las canciones Que entonas hechas igneas claridades!
LISÍMACO CHAVARRÍA Febrero de 1906 1351
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