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Olga Para Páginas ustrelas ADRIANA No soy espiritista ni cosa que se parezca y hasta me repugna la teoría de las almas sobrevi.
viendo a la descomposición de la materia. De modo que lo que voy a referir debe creérseme bajo mi sola palabra, pues no podría referirme persona alguna para comprobar la veracidad de mi relación. Sin embargo, y como base para discusión estudio, referiré con todos sus detalles, y tal como los recuerdo, los hechos extraños pero no extraordinarios que me ocurrieron hace algunos años.
Concluía yo mis estudios para ingeniero y trabajaba mucho, pues mis padres eran pobres y yo tenía que pasar mis exámenes sin exponerme un rechazo á un retardo.
Casi todas las noches, después de acostado, repasaba los problemas más complicados más difíciles, pues había notado que haciéndolo así, los retenía mucho mejor.
Una noche de tantas, el de febrero de 1889, estaba yo engolfado en la lectura de una obra de mecánica, cuando sin transición de ninguna especie, sin que ocurriera nada anormal mi alrededor ni en mi propio, me encontré en un salón de baile, donde multitud de parejas paseaban, bailaban y conversaban en un idioma para mi completamente desconocido.
Asombrado por el espectáculo y creyendo fuese un sueño agradable, no hice por donde despertarme. El salón era elegante y los concurrentes debían pertenecer, por sus trajes y comportamientos, a la primera sociedad.
Acerquéme un caballero anciano que estaba recostado en cómodo sillón y, en inglés (por ser éste un idioma casi universal) le pregunté con el fin de trabar conversación, que quién era uno de los concurrentes. No sólo no me contestó, sino que pareció no haberse dado cuenta de mi presencia Varias tentativas que hice con otras personas, dieron el mismo resultado.
Empezaba fastidiarme mi incógnito y pensaba ya en retirarme, cuando noté, con verdadera sorpresa, que una señorita, sola, se paseaba entre las parejas. Impulsado por la cortesía acerquéme ella y le dirigí la palabra: y. Gracias a Dios que encuentro una persona que me hable y que me vea. contestó ella mi ofrecimiento de acompañarla. Pues estamos en el mismo caso, repliqué. Hace por lo menos una hora que estoy aquí y nadie parece verme. Es extraño, pero lo mismo me sucede mí. lo más raro es que yo comprendo que estamos soñando, porque yo tengo la conciencia de que mi cuerpo está reposando.
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