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III En realidad debiéramos hacer aquí punto final, pero tratándose de una Pinacoteca de Bolonia, se impone una ligera revista de los pintores boloñeses que en ella están representados.
En la sala de los cuatrocientistas primitivos, hay trípticos y dipticos, tablas y lienzos que, salvo rarísimas excepciones (una tabla del Giotto, que no es boloñés) parecen caricaturas, Hay apóstoles con caras asimétricas de criminales, pavos más grandes que Santos y larguiruchas mujeres vestidas y sin vestir pálidas visiones del hambre! Allí están Marco Zoppo, imitador del Mantegna; Pietro di Lianori, algo giottesco y muy malo. tantos otros que no merecen citarse!
Cruzamos una puerta y entramos en los dominios de Francesco Francia. El más grande de los pintores boloñeses, Así es: pintor principalmente de vírgenes, pone una delicadeza en aquellas caras ovaladas con grandes ojos semicerrados, en aquellas cabezas rubias, como espigas maduras, inclinadas hacia un lado que nos trae a las mientes la sencillez religiosa del Perugino.
Los paisajes de sus cuadros son boloñeses, con las montañas femeninas, sin asperezas, ligeramente azuladas al caer de la tarde; y el anacronismo de hacer Cristo boloñés produce una sensación de infantilismo. Después de todo el misticismo era la infancia de una idea religiosa.
Su mejor cuadro es, sin duda alguna, aquel en que representa la Virgen sentada en un trono de oro; el niño Jesús de pie, se apoya en sus rodillas; un hermoso ángel toca la mandolina al pie del trono; y varios Santos simétricamente colocados, adoran la Virgen.
El Francia es un pintor todo corazón. Quieren los técnicos encontrar en sus cuadros un intermedio entre el sentimiento profundo, pero olgo grosero del Bellini y la apacibilidad, avalorada con el adelanto del Perugino.
Quizás así sea, yo considero al Francia como un paso entre el Perugino y Raffaello, con más movimiento que aquél y menos expresión que éste.
Aprendió el dibujo con Marco Zoppo y hubiera sido todo lo incorrecto que éste es, si, en su anhelo de salir, no abandonase al maestro y se diese con ahinco estudiar al Mantegna que brillaba en Padua con toda la luz explendorosa de su ingenio. El Francia es y será el representante de la pintura boloñesa, el más original y el más sabio.
Los Carracci, de los cuales sobresalió Annibale, surgen en Bologna, en una época en que el arte de esta ciudad estaba decadente y logran realzarlo un poco con sus figuras espantosamente enérgicas, con sus hombres de músculos exagerados, de gigantea corporatura. Annibale, aunque tardo de inteligencia (lo llamaban el Buey sus condiscípulos) ya de poca edad empezó mostrar sus aptitudes para el dibujo. Agostino en la casa de campo de Calamosco da Monsignori, se divertía proponiendo curiosas adivinanzas la reunión, de las cuales se conservan las siguientes como muestras de su ingenio: TT
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