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Cuando en tiempo de Adriano apareció el falso Mesías que tomo el nombre de Hijo de la Estrella, por alusión al versículo 17, del capítulo XXIV de los números, los judíos lo rodearon con grande entusiasmo, porque creían ver cumplida en él la antigua profecía de Balaam. La escuela mística no ha visto en la estrella sino una pura invención con el fin de dar al Mesías un nuevo título. La escuela racionalista, desde el siglo XVII mira esa estrella como semejante lo que apareció en 1604 entre Marte y Saturno al pie de!
Serpentario, en el momento inismo de la conjunción de los tres planetas Júpiter, Saturno y Marte.
Esta famosa estrella que hizo temblar Herodes, apareció súbitamente en la constelación de Casiopea. Su brillo sobrepasaba desde un principio al de las estrellas más brillantes del Cielo. Sirio, la Lira y Júpiter.
Más tarde, en 1254, aparición análoga se mostró en la misma región del Cielo, y las crónicas dicen que toda la Europa sabia, se llenó de terror.
Durante cinco meses, esta estrella temporal dominó con su brillo los demás astros de primera magnitud. Poco a poco fué alejándose de nosotros hasta que desapareció completamente.
Todavía no se había inventado el telescopio para poderia seguir en su viaje a través del espacio.
El 11 de noviembre de 1572 una nueva aparición tuvo lugar; sólo que en esta ocasión pudo estudiarla detenidamente el astrónomo TichoBrahe.
Su brillo era de tal magnitud que podía contemplarse durante el día. Tenía todos los caracteres de las estrellas fijas, centelleo muy vivo y falta de movimiento. Su color era blanco al principio, después amarillo, en seguida rojo, y por último blanco otra vez, hasta que desapareció súbitamente como había aparecido.
Los cálculos astronómicos establecieron que esta estrella bautizada con el nombre de la Peregrina era misma de 747 y 1254, y que pudo ser la que guió los tres Magos hasta Belén, fines de 1603, cuando los teólogos disputaban con ardor el nacimiento de Jesús, se vió en el Cielo un fenómeno raro. El 15 de diciembre. dice el Didón hubo conjunción de Júpiter y Saturno. En la prima vera de 1604, Marte vino unirse ellos; y, además un cuerpo semejante una estrella fija apareció en la vecindad de los dos planetas, hacia el oriente, al pie de la constelación del Serpentario. Al principio se la vió como una estrella de primera magnitud de extraordinario brillo; luego palideció insenciblemente. Apenas visible en octubre de 1605, desapareció finalmente en marzo de 1606. Esta conjunción, la cual han dado grande importancia los astrólogos, como se la darían indudablemente los Magos según lo observa Kepler, se repite cada 20 años, y gasta más de siglos en dar la vuelta al Zodíaco. El grande astrónomo tuvo la idea de examinar si al principio de la era cristiana, en la época en que se señalaba el nacimiento de Jesús, tuvo lugar tal conjunción tan rara de los tres planetas y de su estudio tuvo el maravilloso resultado de demostrar que en efecto la conjunción se produjo el 747 de Roma, en la segunda mitad del signo de Piscis, cerca de Aries, y en la primavera del año siguiente, 748 de Roma, Marte vino unirse en este mismo signo Júpiter y Saturno.
En 1901 llamó la atención de los astrónomos una estrella de primera magnitud más brillante que Capella, la cual estrella considerada de 1390

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