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Semana Santa Abril Domingo de Ramos para Priginas Mestres La historia no registra una figura más levantada en el terreno de la filosofía moral, que la de Jesús de Nazaret, porque aunque la de Sócrates, que le precedió cerca de cinco siglos, brilla casi con igual fulgor en el cielo de la Grecia antigua, su doctrina, tan pura como la del evangelio, no se extendió como éste, con la rapidez de la luz, en el tiempo y en el espacio, produciendo esa revolución redentora que se encaminó directamente al triunfo del derecho, mediante la aplicación de la más estricta justicia. Sócrates hizo luz allá en el extremo del Mediterráneo, cerca del Oriente, donde se extienden los Santos Lugares, en medio de verjeles que recrean la vista, que levantan el espíritu, que mantienen perfumado el ambiente de tan diáfana naturaleza; y Cristo la hizo allí; la hizo en Roma: la hizo en todas partes del mundo antiguo primero él, su apostolado después. con tal elocuencia, que ésta trascendió al través de los siglos, grabándose en la conciencia lumana con caracteres indelebles, que no podrá borrar ni la terrible masa del tiempo.
La iglesia se ha encargado especialmente de difundir las doctrinas evangélicas, y aunque en su mismo seno se ha El niño Jesús pretendido adulterarlas con interpretaciones sui géneris, en el fondo se han conservado inalterables, puras como la fuente de donde emanaron. cumpliéndose así la sentencia de que no prevalecerán contra ellas las puertas del infierno.
El cristianismo, pues, ha promovido un gran progreso moral.
El amor y la concordia entre los hombres y los pueblos, tienen su fundamento sólido como pedestal de bruñido bronce en el evangelio, que predica la tolerancia y la caridad, en el sentido originario que deben comprenderse estas sublimes virtudes. El autor de ese monumento eterno no podía quedar envuelto en las tinieblas del olvido; su obra, tan grandiosa, tenía que brillar siempre, y en cualquier forma que se concibiera, ya en el Tabor reflejando un destello apenas de la Divinidad, ya en el Calvario como ejemplo, el más sublime, de la abnegación que acepta hasta el sacrificio de la vida por redimir la humanidad. No en vano la iglesia conmemora el sacrificio de Criit, en esta época del año, llamando la meditación todos sus feligt ses. Los
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