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SEMANA SANTA Ya vamos a entrar en los grandes días: miércoles, jueves, viernes y sábado. Los misterios incomparables comienzan resplandecer. La corona de espinas es una constelación en torno de aquella frente de dios, y no hay en el cielo estrellas que copien las lágrimas de María. Oh dulce y consoladora fe! qué ma!
te hizo nunca mi corazón para que de él alzaras vuelo y lo dejases en el doloroso vacío? Allí va la niñez ávida de prodigio, allí va inocencia ávida de Cristo atado la cruz.
la amable sencillez se prosterna en el altar y oye la palabra sagrada sin pensar en medirla.
y ve la crucifixión, y se alate y adora, y maldice a los Pilatos y Caifases.
También nosotros fuimos niños, también fuimos inocentes, sencillos y puros como el candor virginal. Qué mucho que loremos la pérdida de nuestra fé y el derrame de las cuentas de nuestro rosario! Oh so!
fulgura. Sed de tu luz affige nuestra alma. Vuelvenos hacer aptos para sentir lo místico y Jesús, camino del Calvario lo poético. Qué es la vida del liombre sin el cielo brillante y adormecedor de la indiscutible ciencia. Oh dulce fe! prueba a hacer otra vez niño mi corazón, y rumorea nuevamente mi oído tus cuentos maravillosos y tus leyendas inmortales. Dame que pueda ver en esta mañana de pascua un cielo magnífico bordado de espléndidas cabelleras de querubín.
Pío VÍQUEZ 1419

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