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dad y con dinero. No había sino dos clases sociales: la de los buenos y la de los malvados, y éstos en tan exiguo número que podian señalarse sin esfuerzo. La reputación inmaculada se hallaba al abrigo de la murmuración y de la calumnia, eso sí, pero era preciso conquistarla. Amparada la inocencia contra las asechanzas del libertino, quien se castigaba con el estigma del desprecio general, no había Hores caídas en el fango, y en cuanto a la prostitución, que gangrena y aniquila moral y físicamente, apenas era conocida. Ningún vicio enervaba la juventud, y la vejez era tan respetable y respetada que la sola presencia de un anciano hacía descubrirse todas las cabeLos padres de familia, lo mismo que los maestros, eran obedecidos sin réplica; sus más sencillas indicaciones eran leyes y sus consejos norma invariable de conducta para los hijos. Así la virtud se trasmitía como herencia preciosa que no se destruye ni se dilapida.
Dichosos tiempos aquellos en que para garantía de la promesa hecha de la palabra empeñada no era preciso que de ellas diera fe un notario y dos testigos; en que era proverbial la exactitud con que el trabajador cumplía sus compromisos, pues el trabajo era como un culto, y, por lo mismo, no era indispensable su alianza con la ley para que ésta condujera al peón al obrero sus tareas; en que la propiedad era sagrada, el honor una religión, la patria una madre por quien todos se sacrificaban con orgullo, la ley y la justicia escudo invulnerable del derecho y el derecho una realidad para todos, pobres y ricos, débiles y fuertes, grandes y pequeños.
Juan Manuel Madriz y José Blas Quesada, han partido en busca de la tierra de promisión. Fuéronse desilusionados, tristes, atacados de la nostalgia de un pasado que de día en día se aleja más de nosotros.
Pueblo costarricense. quieres bienestar, prosperidad, y progreso? Detén la marcha de esos venerables ancianos para que te enseñen sus costumbres, sus convicciones y sus ideas. Pero si no quieres imitar su ejemplo, dá paso esos veteranos que conquistaron para Costa Rica las históricas glorias que inmerecidamente nos amparan: rindamos el homenaje de nuestro respeto profundo al trabajo y la virtud. ECHANDI Marzo de 1906.
El fantasma Blancas y finas, y en el manto apenas visibles, y con aire de azucenas, las manos que no rompen mis cadenas.
Azules y con oro enarenados.
como las noches limpias de nublados, los ojos que contemplan mis pecados.
Como albo pecho de paloma el cuello; y como crin de sol barba y cabello; y como plata el pie descalzo y bello.
Dulce y triste la faz; la beste zarca.
Así, del mal sobre la inmensa charca, Jesús vino mi unción, como la barca. abrillantó mi espíritu la cumbre con fugaz cuanto rica certidumbre, como con tintas de refleja lumbre. suele retornar y me reintegra la fe que salva y la ilusión que alegra;un relámpago enciende mi alma negra.
SALYADOR DÍAZ MIRÓN 1442

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