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por otra parte, la propensión abusar de las bebidas alcohólicas, cuyo uso se propaga demasiado en el pueblo, por donde la moralidad pública ba decaído de modo sensible. Vese, por ahí, que el señor González Víquez ha de mirar severamente por que la moralidad pública recobre la fuerza expansiva y prestigiosa que tuvo en mejores tiempos por estos mundos.
Nombrado para integrar el Ayuntamiento de San José en 1904, que hubo de encabezar como Presidente, el señor González Víque se dedicó a promover todo género de adelantos en la extensa jurisdicción de este Municipio y, particularmente, en esta capital. No hay hipérbole alguna en decir que jamás emprendió la Municipalidad de San José ian diversos importantes trabajos como los que, a iniciativa del señor González Víquez, hubo de realizar la corporación indicada. Las obras de sanidad y ornato aparacían por todas partes, y lo mismo se construían sólidos desaguaderos para dar curso los desperdicios de las casas que se abrían calles y avenidas para ensanchar el ya estrecho perímetro de la población. En su noble porfía por mantener la salubridad de San José, este Ayuntamiento organizó un servicio domiciliario para vigilar constantemente y con todo rigor las condiciones higiénicas de las casas, sin que fuese inferior el esmero que se ponía en conservar y cuidar el régimen sanitario de nuestras calles. esa Corporación progresista debe San José los magníficos baños públicos de que hoy disfrutan sus habitantes. Pero su proyecto más vasto se dirigía desde un principio construir un sistema de cloacas y cañería que respondiese con amplitud las necesidades públicas y que resolviese de una vez para todas el magno problema referente a la comprometida salubridad de esta población. No pocas peripecias hubo de sufrir el contrato para dar cima ese hermoso proyecto; pero la asamblea cantonal de electores reeligió para un segundo pe.
ríodo al señor González Víquez y sus progresistas compañeros, sin duda con el fin loable de hacer que se llevara efecto empresa tan necesaria como útil. Presidía aún la Corporación Municipal de San José, cuando un grupo respetable de costarricenses lo postuló como candidato a la Presidencia de la República.
Pocas existencias hay tal vez tan nutridas como ésta de detalles que acrediten tantos esfuerzos y tantos servicios patrióticos. Es preciso, sin embargo, buscar al señor González Víquez entre los claroscuros de la vida privada para distinguir en él esas virtudes modestas que constituyen en grado eminente al hombre de hogar y al hombre de corazón. Por lo demás, su carácter está lleno de benevolencia para todos, su inteligencia se desborda para el consejo, su mano se mantiene extendida para todas las necesidades: tal es, grandes rasguños, el hombre en cuyas manos están desde hoy la ley y el progreso de nuestra patria. DES 1492

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