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El doctor Prodoski Ami amigo con Carlos Huete Para Paginas Ilustradas Durante una corta permanencia que hice en Marsella, conocí al Doctor Prodoski, un polaco enamorado de la ciencia y cuyos descubrimientos notables en biología, química y física, lo hubieran llevado a ocupar un puesto distinguido entre los sabios del siglo pasado, no haberse perdido todos sus papeles y aparatos, destruídos en la catástrofe de que él mismo fué única víctima.
Era el Doctor un hombre raro en sus costumbres y más raro en sus ideas. Creía en la diosa naturaleza y en el alma, pero de una manera distinta al resto de la humanidad.
En nuestras largas conversaciones exponía sus creencias de un modo conciso, claro y con apoyo de experiencias tan convincentes que me conquistó ellas y llegué a ser un verdadero discípulo de aquel nuevo apóstol quien admiraba.
El hombre, me decía, es nada más que un animal como todos los demás. No está por encima ni siquiera de la ostra; es un ser en bruto todavía, con pretensiones de dios. Nada sabe sólo cree en lo que el mismo ha fabricado: dioses, ciencias, artes. Está aún en la infancia, en embrión.
Pasarán muchos siglos antes de que la verdad le sea conocida. Ignora el origen de la vida, el medio de conservarla, de hacerla eterna, de nunca morir. Pero, interrumpía yo. Puede vivirse eternamente?
Las leyes mismas de la naturaleza que tan bien conoce Ud. y que me ha explicado, concluyentemente concuerdan en que todo cuerpo terrestre tiene un principio, un tiempo de desarrollo y un fin, una disolución muerte.
Si, aparentemente se muere. Pero la muerte no existe, es sólo el tiempo necesario para una nueva transformación. La materia no desaparece, simplemente se transforma. volvemos a la metempsicosis. No, eso como religión, es un absurdo como filosofía, una verdad; pero no es eso exactamente por lo menos para mí que poseo un poco de la ciencia nueva, de la ciencia apellidada del bien y del mal. Vea y tomando un pobre gato de los muchos animales que tenía enjaulados para sus experiencias, lo colocó bajo el globo de vidrio de una máquina neumática y extrajo el aire. El pobre animal tras una corta lucha expiró por asfixia. El doctor lo sacó y poniéndolo sobre una mesa, continuo: Para el resto de los mortales, incluyendo los sabios, éste animal está muerto, es decir ha dejado de respirar, de moverse; todas los funciones vitales han desaparecido. El corazón no late, la sangre no circula es un cadáver que con el trascurso del tiempo y la acción de los elementos se descompondrá en gases y materia inerte. Pero. y la vida. qué se ha hecho. Ha desaparecido. Ha dejado de existir. Ese es el problema, eſ complejo problema que ha dado por resultado la invención del alma, del espíritu y de otras mil creaciones fantásticas, buenas para encubrir la ignorancia, pero que nada resuelven. ese problema yo lo he resuelto. Así, cuando se apaga la llama de una vela. cuando se interrumpe una corriente eléctrica, cuando se para una bola de billar, no ha dejado de existir ni la llama, ni la corriente, ni 1514
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