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Completamente. Ahora comprendo. Pues esto no es más que una pequeñísima parte de mis descubrimientos. Talvez el menos interesante. Yo vivo desde hace muchos siglos sin envejecer y creo que podré vivir eternamente.
Pasaron muchas semanas sin que volviese ver al doctor. No sabía qué pensar de sus teorías. ratos creía haber sido juguete de alguna fascinación sugestión, y veces creí que mi amigo estuviera loco.
Por otro lado eran tantas las pruebas que me había dado, eran tan concluyentes sus experiencias que no sabía qué atenerme.
De regreso de un viaje de excursión Algeria, reanudé mis visitas al laboratorio de Prodoski. Cómo va, Doctor. Bien, muy bien justamente acabo de terminar un aparato que me cuesta centenares de años de serios estudios y ensayos. Se trata de una maquinaria magneto eléctrica química, que me permitirá conservar, en forma de un fluido líquido y luminoso la esencia de la vida. Ya está todo listo y si Ud. quiere presenciar el ensayo podrá ver algo muy curioso.
Aunque con algún temor acepté su oferta y me condujo un gabinete completamente oscuro, como los que emplean los fotógrafos para sus manipulaciones. Encendió una luz eléctrica metida dentro de un globo ultra violado, y pude ver el aparato. Era complicadísimo y ocupaba casi todo el gran salón donde entramos.
El doctor empezó sus operaciones, al propio tiempo que iba explicándomelas. En primer lugar he tenido que usar de esta luz tan oscura porque para estas manipulaciones es absolutamente necesaria. La vida existe en un estado latente en los últimos colores del espectro de la luz. Para condensarla se necesita el concurso de la electricidad, la química y la muerte de algunos seres: siempre la resta y la suma. Debajo de aquella enorme campana hay gran cantidad de animales a quienes voy a sustraer la vida para condensarla luego Estraños olores invadían el laboratorio, luces de todos colores brotaban del aparato, ruidos infernales llenaban de espanto, hasta que por fin, tras una larga serie de operaciones complicadísimas, mi amigo me presentó un pequeño frasco de cristal de roca no más grande ni más grueso que el dedo pulgar, y dentro, un líquido rojo, luminoso, que emitía rayos calóricos sensibles al cuerpo humano, y que bullía sin cesar. Esta es la vida; aquí hay para vivir cien años, dijo. Una sola gota de este líquido es suficiente para alargar la vida durante mucho tiempo. Colocó el vaso dentro de otro mayor de color ultra violeta y guardó todo en una caja de hierro. Sí, con este líquido he vivido y viviré, porque lo único que me faltaba era poderlo conservar. Antes de ahora, tenía que prepararlo para su uso inmediato, pero ahora lo tengo a mano. Basta aspirar una gota para vivir un año, esa es la dosis. si absorbiera Ud. más. 1516

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