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Entre nuestros pies, más de 3, 000 metros de profundidad, extendíanse espléndidas llanuras como campos de esmeralda cruzados por innumerables ríos que, desde lo alto, parecían cintas de luciente plata. Todas las cordilleras que forman el nudo central de los Andes en aquella región, descubríanse ante nosotros con sus oscuros vericuetos, sus profundas quiebras, su imponente cresteria de picachos y volcanes, suspendiéndonos el ánimo y deslumbrándonos los ojos. Las inmensas llanuras de San Carlos, el valle donde derrama el Reventazón sus líquidos cristales, las selvas impenetrables de la zona atlántica, la meseta central, la montañosa región de Dota, los bellísimos Jurrubales, todo aparecía bañado en la clara luz del sol.
aquellas cordilleras coronadas de eterna verdura y aquellos solitarios cerros rematados por crestones de roca que parecían cascos de gigantes con pena chos de árboles, cimeras abrillantadas por los rayos solares, lucían pequeñas lagunas como perlas engarzadas en monstruosos anillos. Sobre los picos más altos erguíanse los volcanes (entonces en actividad) Turrialba, Poás y Barba, y más lejos los apagados Orosí, Miravalles y Rincón. Hacia el Pa cífico destacábase modestamente el magnético Herradura. Aquellos colosos, los más coronados de humo, presentábanse mi aguijada fantasía como incensarios eternos encendidos por la mano de subterráneas potestades para glorificar a Dios en el templo grandioso de la Creación.
Allá, hacia San Carlos, invisible a simple vista, pero no al catalejo que para el caso llevaba, lucía, como un espejo al sol, el gran lago de Nicaragua.
Todo este cuadro magnífico de cresterías, lagos, ríos, valles y llanuras, no cantado por ningún Virgilio, si queréis sublimarlo aún más, figuráoslo bajo un cielo límpido, sereno, iluminado por el sol ardiente de los trópicos y limitado. oh maravilla superior todo lo imaginable! por dos OcéaColocado en el centro de un istmo que lo sumo tendrá cincuenta y cinco leguas de anchura, el Irazú domina, único en el globo, al Atlántico y al Pacífico. simple vista adviértense los dos Océanos.
Vano es que intente pintaros lo indescriptible. Cómo trazar con la pluma cuadro semejante? Aquella oscura línea de la costa, aquel vivísimo azul de las aguas, aquel cabrilleo de la luz sobre las ondas, aquellos reflejos de esmeralda, el inmenso cristal convertido en un reflector tan poderoso que deslumbraba apenas visto, cual si allá, en el confín del cielo, en la comba del horizonte, millones de focos eléctricos brillaran. cómo describiros tanta maravilla? Imposible es dar la menor idea de tan sublime espectáculo. Se necesitaría un lienzo como el cielo y la paleta de la aurora para pintar cuadro tan estupendo. Ni Milton ni el Dante, se atrevieran ello, que hay cosas que están fuera del alcance de la humana fantasía y son más para vistas que para leídas.
Absorto, extático, inmóvil, contemplaba el no descrito cuadro, y mil ideas cruzaban en fantásticos enjambres mi imaginación, y ya me creía Belorofonte escalando el Olimpo sobre Pegaso, ya jinete avanzado de la caballería celeste, vigilando desde la cumbre los movimientos de los cíclopes rebeldes. Pues ¿quién, decidme, contemplando la tierra sus plantas, el cielo nos.
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