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y sobre su cabeza y la inmensidad líquida delante, no olvida su pobre naturaleza y se cree Encédalo Prometeo? Que tales extremos lleva la alocada fantasía cuando se encuentra en altura semejante; que tal conduce la soberbia humana, sin que sean parte tornarla la realidad las aspas de un molino las estacas de desalmados yangüeses; y así no me maravilla que hombres cuerdos, eruditos y de no vulgar inteligencia, modestos y afables y en el llano, se tornen imperiosos, egoístas, altaneros y desapacibles, cuando lor azares de la fortuna las artes de la intriga, cuando no los ágiles y fuertes remos de un alazán como el mío, los colocan en la atrevida cumbre del Poder de la Gloria, desde donde se descubren tantas y tan variadas cosas que suspenden el ánimo y dan al traste con la profunda moral del más entendido psicólogo. allí me creyera Atlas si el estómago, esa campana de alarma que nos llama a la realidad. como dice Víctor Hugo, no me arrancara de éxtasis tan profundo.
Mi compañero advirtióme poco que el sol principiaba declinar, y no juzgando conveniente pasar la noche en la altura, subimos de nuevo nuestras olvidadas caballerías, y despidiéndonos del volcán con muy graves y sesudas razones referentes su temperamento algo más que volcánico, comenzamos el descenso. las doce de la noche llegamos a las faldas del coloso.
Jamás olvidaré aquel espectáculo sublime; pasarán los años, y siempre estaré viendo aquellas cresterías imponentes y aquellos océanos de brillante plata, que mi excelente amigo el Sr. Pando, pacientísimos lectores, os describirá algún día con la pluma enaltecedora de los encantos de Somió, si se decide pasar el charco y subir a la americana cumbre.
ROGELIO FERNÁNDEZ GUELL Madrid. Unión Ibero Americana. Costarricense. BONANZA Para Páginas Ilustradas Cuando el recio aquilón de mis pesares, Con ímpetus huraños, Me hundió en el fondo de agitados mares De negros desengaños, Cuando el dolor. torciéndose en mi pecho, modo de serpiente, Ardiendo en ira, con tenaz despecho, Me inoculó el veneno de su diente, Como una estrella, solitaria y pura, Luciendo un nimbo de candor radiante, Cual de Petrarca la inmortal Laura cual la virgen que soñara el Dante, Apareciste presagiando calma En el mar de mis negras tempestades despejaste el huracán de mi alma Bañándola de hermosas claridades!
LISÍMACO CHAVARRIA
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