Adiós mi amigo Luis Castro Triste misión la mía: despedirte en nombre de los amigos!
El arpa de nuestras jovialidades colgada está y de sus cuerdas suspensas tus impulsos, ya no volverán brotar notas.
Nuestra historia de voluntario ostracismo en esta lucha por la vida tiene ya una página de duelo: es la página que lleva tu nombre; en ella colocamos hoy un adorno fúnebre de negros pensamientos, un girón de tristeza que te liga nuestra memoria: amargo don que nos atormenta menudo, pero que también prolongará en el recuerdo las palpitaciones de tu vida, más allá de la muerte.
Ya tu nombre no figurará en las listas de nuestro campamento escolar, ni volverás figurar en las anécdotas y pequeñas heroicidades familiares de esta vida socialista de colegio. Cúpote en suerte, el primero, romper la marcha fatal hacia la tumba de una manera imprevista y violenta.
Ayer no más, quién lo pensara, volvías contento después del trabajo diario tomar un corto recreo para recomenzar el nuevo día y hoy, descanzas, sí. descanzas para siempre! Mañana mismo quizá uno de nosotros seguirá tus pasos en la sombría soledad del Misterio. Sé que tú no sufres, descanzas.
La carga de la vida con sus perpetuas inquietudes, ya no perturbará mas tus ansias, ni dará qué Luis Castro hacer tu cerebro; pero has apagado el sol en más de un corazón. Ellos, los que hubieran querido apagar sus propias vidas junto con la tuya no pudieron recoger tu última caricia; de nada sirvió que aquel corazón de tu madre presintiera el triste suceso y te llamara angustiada su lado, sus voces no vinieron a través de la distancia que nos separa de la Patria, tan veloces como la muerte. Ya no habrá en la vida de ellos ratos de dicha, ni volverá otra vez el mágico deseo tejer sus encantos y risueñas perspectivas para el porvenir. Sombras de amargo recuerdo oscurecerán en cambio esos ojos que estarán abiertos para siempre esperando encontrarse con los tuyos al final de la ausencia. allá en lo profundo de tus afectos intimos 1546