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LA SEMANA publicidad es indudablemente un medio muy útil para trasmitir nuestros campesinos las enseñanzas y consejos que han menester y que la escuela, más deficiente aún en ese punto que en otros, no le proporciona todavía, como debe: creemos, por eso, que el Boletín de Agricultura viene realizar una labor provechosa.
Acepte, pues, el colega nuestra cordial bienvenida.
Editado por cuenta del Gobierno, ha aparecido en estos días el Boletín de Agricultura, órgano de la Sociedad Nacional de Agricultura, asociación que trabaja, en cuanto sus elementos se lo permiten, por mejorar entre nosotros las condiciones de la industria agrícola, lo que equivale a trabajar en firme por el desarrollo de nuestra riqueza latente, porque, como todos los pueblos en formación, Costa Rica está obligada buscar en el suelo los recursos que por fuerza requiere para subsistir y crecer. No poco es lo que la Sociedad Nacional de Agricultura ha logrado hacer en tres años de existencia por ramo tan importante como ese, no obstante la vida embrionaria en que por inopia de ecursos aun vive; pero es seguro que su acción está en via de ser mucho más eficaz en lo sucesivo, gracias al apoyo que ha de darle el Gobierno, según promesa que, en forma entusiasta, tuvo bien hacer el señor Presidente de la República, el domingo pasado, la asamblea general, reunida para oir el informe de la junta que sale y para elegir, según lo mandan los estatutos, el directorio que en el presente año ha de funcionar. Sentimos decir que la reunión no fué numerosa; pero, en cambio, había en ella hombres de quienes con toda confianza debemos esperar iniciativas provechosas y viables, pues ellos han dado ya conocer su competencia, el vigor de su esfuerzo y, lo que vale más aún, su fe en que sólo la agricultura tiene eficiencia, hoy por hoy, para promover en el país una prosperidad efectiva y durable.
Entre esos hombres debemos citar al Ingeniero Agrónomo don Enrique Jiméne Núñez, que en la reunión mencionada dió lectura un trabajo interesantísimo sobre el estado de nuestras tierras, la producción nacional y el uso de abonos. El trabajo del señor Jiménez Núñez acredita que en él coexisten y se confunden el hombre de ciencia y el hombre previsor: él nos advierte la vez en ese trabajo lo que exige la ciencia y lo que demanda la patria. La asamblea dispuso que se hiciera circular profusamente entre el pueblo el estudio que nos referimos. La El Gobierno del señor González Víquez ha acordado que lleven uniforme los alumnos de los colegios oficiales. El uso de uniforme ofrece en todas partes ventajas de orden pedagógico que desde luego justifican de plano esa especie de imposición; pero tal medida tiene para nosotros una importancia particular, porque el uniforme, que excluye perifollos y arrequives, que obliga a sencillez cartujana, es un medio oficioso de combatir el lujo, que con tan fuerte propensión la sociedad josefina se ha dado. Triste cosa es sin duda que la ley venga hacer aquello que tal vez no le incumbe y que los padres de familia en interés de sus hijos y por sí solos debían hacer. Pero qué remedio!
Los padres, los débiles padres gastan lo que tienen y. lo que no tienen para que sus hijas se emperegilen con los trapos más llamativos que la moda trae por acá.
La modestia fué en otrora el adorno más preciado de las niñas costarricenses: la modestia anda monte. La hermosura del rostro resplandecía con el agua fresca: el rostro desaparece hoy en día bajo una capa de rojo carmín. El uniforme se hacía esperar. Ya el Colegio Superior de Señoritas, pongamos honradamente la verdad en su punto, había logrado traer menos el afán de ostentación que saca de quicio a la mayoría de las jóvenes. Pero es de necesidad que se sustraigan del todo al dulce tirano que las sujeta y humilla con frágil yugo de cintas y blondas. El uniforme hará de ahora en adelante lo que el Colegio no pudo hacer con su sola influencia moral. Segura

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