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Cuento La vuelta del soldado la salida de cierto pueblo, cuyo nombre no hace al caso, hay una pequeña ermita, que hace oficio de parroquia con la advocación de Nuestra señora del Amor de los amores.
El reducido número de vecinos de aquel pueblo sostenía el culto, y si bien todos eran pobres, no había ninguno que careciese de una pequeña propiedad. Una choza con honores de casa habitación, una yunta para labrar el campo, una porción de tierra que el dueño cultivara por sí mismo, bastaban para cubrir las necesidades perentorias de la vida.
En aquella ermita recibían al nacer el agua del bautismo; luego el sacramento del matrimonio, y cuando llegaba el término de la inalterable ley de nacer. crecer y morir, hallaban también humilde sepultura en el cementerio común. situado espaldas del edificio, que era santuario la vez que necrópolis.
En ese pueblo nacieron el mismo día Juanita y Juanito, los primogénitos de dos familias vecinas.
Juntos pasaron siempre el L1110 la otra su infancia, llegando a la pubertad.
De este trato continuio nació un amor puro.
Las jóvenes envidia ban la suerte de ella y los jóvenes la dichia de él, que es propensión desear pa sf propio el bien ajeno, tanto en las poblaciones grandes. pequeños lugares, como en todas las naturalezas y en todos los tiempos.
Pero así como los males Consulado de México en Tegucigalpa se arraigan, las dichas, En el Centenario de Benito Jules que duran un momento se Fot. Ugarte volatilizan cual fuego fátuo.
Cuando más azul lucía el cielo de la ventura para aquellos jóvenes, recibieron un golpe fatal. Juanito había llegado a los veinte años.
La patria le reclama ba para servir en sus ejércitos; tenía que marchar, y aunque este suceso no rompía el lazo de amor con que estaban ligados, era forzosa su separación.
Llegó el momento de la marcha de Juanito, tanto más doloroso cuanto que había de ser destinado Cuba.
1583

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