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Pero en la sinfonía, Richard Strauss es revolucionario. Al principio de su carrera, siguió las huellas de los maestros antiguos, porque en su educación estrictamente clásica adquirió los vastos conocimientos técnicos con que hoy asombra: sus primeras obras se citan como las más perfectas que se han compuesto en edad temprana. Más tarde, cuando se familiarizó con la música contemporánea, adoptó el estilo romántico, como se ve en la fantasía De Italia, y en 1889 inició la serie de sus poemas tonales con Macbeth y Don Juan, seguidos por Muerte y Transfiguración en 1890, Las travesuras de Til Eulenspiegel en 1895, Así habló Zarathustra, en 1896, Don Quijote en 1897, La vida de un héroe en 1899, y la Sinfonia doméstica, en 1903.
Su propósito en estos poemas es hacer de la música sinfónica, cuyo carácter es abstracto, un medio de expresar estados y acciones determinados.
No es él el primero que lo intenta: entre otros, Beethoven, su más amado maestro, dejó en sus composiciones huella de su deseo de alcanzar significación más precisa y directa que la que le permitían las estrechas fórmulas musicales de su tiempo; Wagner y Berlioz hicieron de la música orquestal medio de expresión directa, aquél en la ópera, éste en la ópera y en la sinfonía; y Liszt, Tschaikowski, Saint Saens y muchos más, se apoderaron de la forma del poema sinfónico creado por Berlioz, la perfeccionaron y la popularizaron.
En los poemas tonales de Strauss se realiza la idea esbozada en las oberturas dramáticas de Beethoven y en las sinfonías con asunto de Berlioz, y el compositor es, más que un revolucionario, el continuador de una tendencia, Los poemas tonales difieren poco de los poemas sinfónicos de otros autores en el plan y en la presentación y el desarrollo de los temas, destinados representar a los personajes y sus atributos; pero su plan es generalmente más vasto, los personajes y las situaciones más complicados y numerosos, las ideas y los sentimientos que entran en juego, más elevados y difíciles. En realidad, Strauss ha querido hacer de ellos obras de expresión absolutamente musical, subjetiva; ha intentado sugerir las situaciones sin someterse un canon según el cual cada medida representa un detalle especial de la acción; pero sus comentadores han llegado extremos como querer ver en ciertas inflexiones de un pasaje de Don Quijote la sangre de las ovejas atacadas por el andante caballero.
La novedad de los propósitos y procedimientos de Strauss ha originado una discusión que alcanza proporciones sensacionales en Alemania; sus poemas son objeto de las más extrañas y divergentes interpretaciones, y los críticos adversos los condenan como música ininteligible, sin un programa explicativo.
Censúrase también sus atrevidas combinaciones armónicas; y es cierto que en los poemas abundan los efectos raros, discordancias, pausas, cambios súbitos, y en su orquestación tienen papel prominente instrumentos cuyas cualidades están mal miradas. Todo es cuestión de costumbre: cada vez que aparece un gran maestro y arranca nuevos secretos a la inagotable fuente de la armonía, los contemporáneos le tildan de bárbaro, hasta que su oído se acostumbra las nuevas combinaciones. pesar de sus rarezas, Richard Strauss es hoy acaso el más hábil dominador de la armonía y de la polifonía, y tanto en las combinaciones armónicas como en la invención metódica se muestra original, soberbio, majes1618
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