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será el remedio para su mal, porque lo que existe en ello es obra de su imaginación. No, Doctor. No es obra de imaginación, creo que esa cadena vive y se estrecha y encoje a veces de un modo cruel, y otras, de un modo agradable.
Quedé muy pensativo con la confidencia de Máximo, pues siempre he sido partidario no de lo que se llama extraordinario sobrenatural, porque eso no existe, sino de los hechos acontecimientos que están fuera del alcance de nuestros sentidos de nuestros conocimientos.
Máximo vino los pocos días y me dijo que había pensado en nuestra conversación y había resuelto seguir mis consejos. Por el momento me mostró un hermoso dije en forma de corazón, donde estaba muy doblada y comprimida la cadenita de rubios cabellos.
Al día siguiente se vino radicar San José, y pronto tuve el gusto de leer en todas las revistas de teatro, saraos, picnics etc, que se divertía, por lo menos que trataba de hacerlo.
Pocos meses después recibí una participación invitación para su matrimonio que debía celebrarse en breve. Una cartita suya me daba las gracias por mis consejos y me rogaba le sirviese de primer padrino.
Acepté gustoso y me trasladé la capital con ocho días de anticipación.
La víspera del día de la boda encontré la hora del almuerzo mi amigo Máximo en un estado nervioso alarmante. Durante el tiempo que empleamos en despachar los manjares me refirió que en la noche anterior se había encontrado en la escalera del hotel con el padre de Blancay que al cruzarse con él había sonreído de un modo enigmático y cruel. Traté de calmarlo y no fué posible. Hicimos las averiguaciones del caso, más su SLP LICEANE 1613
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