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Cuba LIBRO DE SEGARRA JULIA Siendo yo, probablemente, de todos los escribidores, el menos indicado, me ó el encargo, mi buen amigo el Director de Páginas Ilustradas de escribir algo, lo que me pareciera, sobre el libro cuyo título encabeza estas líneas.
Acepté, sin haber leído entonces otra cosa que la portada, y sin la previsión necesaria para reclamar mi favor el beneficio de inventario. Pero ya metido en el baile hay que bailar, Con sumo cuidado y poniendo freno a la mala costumbre que tengo, co mo otros muchos, de devorar un libro de un tirón, sin saborearlo, para dejar la segunda lectura lo substancioso y nutritivo, intelectualmente hablando, empecé leer, advirtiendo desde las primeras páginas que los autores de CUBA escriben como hablan: con la sinceridad de los veintinueve años, de los cuales han empleado nueve en andar pie; cosa que parece sencilla, pueril y. hasta algo más y que en realidad es muy provechosa, pues, si expuesta percances y cansaduras, enseña más, pero mucho más que si esos nueve años se hubiesen pasado acudiendo cotidianamente a una aula universitaria. Lo cual quiere decir que la sinceridad Segarrajulianesca se muestra perfectamente trajeada con el vestido de cultura, del buen decir y en rigor, de la elegancia.
Esa impresión de sinceridad, de que acabo de hablar, fuése acentuando medida que iba adelantando en la lectura y no hallé motivo para cambiar de opinión al llegar a la página 304 en la que hice pausa larga, pues de haberla traspasado no me llegara el tiempo para escribir estas cuartillas que ya reclamándome están.
CUBA. por supuesto el libro tiene para mi tres aspectos caracteres: el descriptivo, el instructivo y el histórico. De todos ellos se hallan pruebas en cualquiera de sus capítulos. Los autores describen con envidiable acierto paisajes y tipos: unos se les ve otros se les oye. Acaso y acaso sin acaso. hay más impresionismo del momento que estudio real del fondo; los tipos me refiero; pero eso no desmerece ni perjudica Segarra y Juliá. Ellos pintan lo que han visto cómo lo han visto y lo han sentido; y si se observa en algunas ocasiones cierta parquedad o reserva, será, creo yo, por el peso que ejercen los nueve años de estudios andantes, sobre los veintinueve de existencia mamífera, bípeda y viviente.
Momentos tienen, Segarra y Juliá, en que la ardencia y el entusiasmo, quieran que no juveniles, se desbordan o se acercan ello. Se comprende: antes de la edad de los funestos desengaños, vibran y se tienden en todo su vigor los altísimos ideales que no se pesan ni se miden; se sienten: se sienten hasta que las bajísimas realidades con toda su positiva brutalidad que es mucha, vienen carcajear a nuestro rededor.
Así y todo, mejor dicho, por esa razón el libro aguijonea y mantiene el interés del lector y hace que éste siga muy agradablemente los autores cuando le describen todo lo bello y mucho de lo bueno que tiene Cuba, la isla, y en particular su capital, admirándole, como me ha admirado mi a pesar de tener grandes rasgos noticia de ello, al hablarle de lo que ha podido el espíritu de asociación creando entidades tan prósperas como son los Centros asturiano, gallego y balear y la Sociedad de Dependientes de Comercio.
Precisamente en esos capítulos, como en los que tratan de la Instrucción Pública, de la Hacienda cubana y de la política nacional es donde se unen y con1622

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