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bles, y que su lectura despierta nerviosidad interés, efecto que sólo producen las obras en que hay espíritu y arte. Costa Rica pintoresca fué premiada en el certamen internacional que en 1900 hubo de celebrarse en París.
En el género histórico ha dejado también no pocas páginas la literatura nacional este escritor tan activo como fecundo. Sus narraciones históricas versan sobre acontecimientos en que el intervino con carácter de actor, como son los referentes la época desastrada comprendida entre la guerra del 58 y el fusilamiento de Mora. Páginas de Historia se intitula el volumen que contiene la narración de esos episodios. El señor Argüello Mora estaba en condición de dar su relato la exactitud nimia que los asuntos históricos piden, y así ha sido sin duda en lo que toca al eje que, girando sobre sí, imprime movimiento los pormenores, pero sucede que en el señor Argüello Mora la imaginación era un poder que invadía, como un florecimiento primaveral, con la exuberancia de los trópicos, todos los dominios de la inteligencia; queremos decir que la inventiva entra no poco en las narraciones pragmáticas que su pluma debemos, razón por la cual importaría, al leer Páginas de Historia, hacer un discrimen prudente entre la realidad comprobable y el elemento imaginativo. Cierto que con esta mezcla la narración ganaba tal vez en amenidad, pero la verdad histórica sufría menoscabo. No debemos, con todo, echar mala parte esa debilidad del historiador, el cual solía ser juguete de su propia fantasía primero que nadie. Esto llegó a ser materia anecdótica en San José. Aun se dice, por ejemplo, que en sus últimos años el señor Argüello Mora inventaba un chascarrillo para bromear y hacer reir, que lo contaba luego en varios corrillos, y que, a la vuelta de un rato, acababa por creer pies juntillas, con una ingenuidad encantadora, lo que sólo era producto de su festiva y vivaz imaginación. De cualquier modo que sea, el señor Argüello Mora deja un acervo literario que, por su calidad y por su cantidad, acredita al escritor de buena casta y al trabajador incansable, y, sin embargo, lo que anda en letras de molde es sólo una parte mínima de su labor total; los hijos del señor Argüello Mora conservan el resto, que versa todo sobre historia patria y que ellos, así es de esperarse, sacarán algún día la luz pública, para información y recreo de los costarricenses que leen. En cuanto a su manera, diremos que escribía con sencillez y soltura, con elegancia natural, sin pujos académicos.
Por lo demás, el señor Argüello Mora sabía ser amigo, amaba la juventud y era indulgente y cariñoso en extremo, caracteres que, juntamente con sus otras cualidades, hacían de él un hombre superior la antigua, que es, nuestro juicio, la forma más gallarda de la superioridad. de 1630

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