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estos Dos individuos, que llamaremos convencionalmente Rafael y José, disputaban judicialmente un terreno sembrado de café y caña, y al cabo de dos años de lucha jurídica, recayó sentencia en el juicio en favor del primero. José.
entonces, dejándose llevar de su despecho, juró vengarse de su contrincante.
Pasado algún tiempo, un día sábado, se hallaba Rafael parado en una de las esquinas del Mercado de esta capital, cuando de improviso se le presentó José hablarle.
Al cabo de una larga conversación, José se despidió de Rafael tendiéndole la mano éste, quien no la rehusó. No bien habría caminado José unas veinticinco varas, cuando su antiguo enemigo cayó al suelo hecho un ovillo. Se le recojió y se le condujo a su casa en la cual guardó cama por espacio de ocho días, al cabo de los cuales se levantó, todo él encogido y quejoso. Varios médicos que lo asistieron no le proporcionaron alivio alguno y le pronosticaron que si le sobrevenía un segundo ataque moriría a causa de él. El diagnóstico fué el de congestión cerebral.
Como acontece en casos, el enfermo fué muy visitado por todos los vecinos de la localidad, entre los cua les asomó la nariz un viejo muy conocido en el lugar por sus maravillosos infalibles diagnósticos en enfermedades de hombres y animales.
El tal, después de hacer al paciente un riguroso y deteniу do examen anatómico y de enterarse de la entrevista que el enfermo tuvo con su eneLa máquina de hacer sobres migo. habló y dijo. Este, es maleficio lo que tiene. Se lo dió José al estrechale la mano. Busquen enseguidas un cristiano que le cure ese mal. al efecto, diz que encontraron un tal ñor Rojas. el cual era muy diestro y manoso para sacar el maleficio, quien llegó el día y la hora convenidos a la casa del maleficiado. Tomó éste de una mano y se lo fué llevando por uma callejuela hasta llegar una tranquera que daba acceso un potrero, y allí hicieron parada.
El médico se encaramó sobre el último travesano de la tranquera, se acomodó horcajadas en ella y dió principio la curación. Esta consistía 1651
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