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en darle pases de vista, de la cabeza los pies y viceversa, al afligido paciente que permanecía de pie, con los ojos fijos en su futuro salvador.
Asegura quien esto me contó, que momentos después de tales pases de vista, los cuales vienen ser algo así como una bomba aspirante. el enfermo comenzó arrojar, por boca y narices, lagartijas, culebras, gusanos de varias formas y tamaños y una porción de animales extraños.
Largo rato duró aquel hombre escupiendo asquerosos animaluchos y ya tocaba a su fin la operación, pues comenzaba asomarle la boca la cabeza de un enorme sapo, último de la partida que debía arrojar para su completa curación, cuando inesperadamente apareció el llamado José por el lado de adentro del potrero. La presencia de este individuo lo echó todo perder, pues el batracio tomó las de Villadiego hacia el estómago, por lo cual el paciente cayó al suelo, víctima de un ataque, del que quedó muerto.
El médico apeóse de la tranquera, dió dos pisotones en tierra, arrojó con furia al aire su sombrero y tirándose de los cabellos, dijo. Maldita seal. Todo se lo ha llevado el diablo! deshaciendo el camino que habían hecho él y el enfermo, llegó a la casa de éste dar cuenta del terrible desenlace.
Julio de 1906 ANTONIO ARGÜELLO Canto labriego Para Páginas Ilustrades Al pié de aquella montaña, En un recodo del rio, Junto al bosque húmelo y frío Está mi humilde cabaña.
Pajizo techo de caña Tiene mi pobre vivienda; Sin embargo, es una prenda Que yo estimo, que yo adoro Como el rico su tesoro, Como el árabe su tienda.
Yo vivo alli satisfech Con mi esposa y con mis bij tengo mis regocijs Bajo ese paji techo!
Temprano de mi lech tiritando de frío, Por las márgenes del rio Camino hacia mis labores Contemplando los amores De la flor con el rocio.
Muy rara vez la tristeza Allí en mi hogar pide asilo, Por eso vivo tranquilo pesar de mi pobreza.
Mi tesoro, la riqueza De ese hogar que quiero tanto, Es el amor puro y santo De los seres que en el moran, Que si lloro también lloran que cantan cuando canto.
En las horas matinales, Desde migrato retiro Oigo el doliente suspiro De la brisa en los maizales.
Los floridos cafetales Me dan su exquisito aroma; Miro cantar la paloma En la rama perfumada saludo a la alborada Cuando allá en Oriente asoma, Sto. Domingo de San Mateo.
MANUEL JIMENEZ 1652
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