onda en que, como un pájaro invisible, aletea la armonía. La música ha sido considerada en todos los tiempos como un agente de la civilización: siempre se dijo de ella que dulcifica las costumbres y que amansa las pasiones bravías. esas como perros rabiosos cuyos mordiscos se van abriendo los corazones como si fueran rosas de sangre. El prestigio de la música es legendario: Euridice yace prisionera en lo más tenebroso de los infiernos; su amante, el cantor de Tracia, desciende con su lira las negras profundidades del Orco, y adormece con ella al feroz guardador de su esposa. No es posible ponderar de mejor traza el poderio encontrastable de Orfeo, es decir, de la música. Hay, por otra parte, pasatiempo más dulce, si como pasatiempo se toma? Fundar sociedades donde se estudie y se cultive la música es, por lo tanto, según las ideas anteriores, solemnemente consagradas por el tiempo, ese anciano de juicio inapelable, realizar una labor que, a la vez, moraliza y promueve cultura. La Filarmonia de Mata Redonda merece, en consecuencia, una palabra de simpatía que lleve en sí el áureo aguijón del estimulo.
la conflagración con las ideas regeneradoras que, como los árboles de un bosque incendiado, se levantaban y ardian en su mente. El incendio iluminó todos los ámbitos de la tierra y, su luz esplendorosa, la humanidad, antes oscuras, encontró por fin el camino que la había de conducir al Canaán venturoso donde los hombres han de ser algún día hermanos y libres. Los pueblos de América vuelven los ojos la Francia del 89 para buscar en su cielo la llama consoladora que, como una estrella, los guía en el camino hacia las alturas de la civilización.
Francia es nuestra maestra: por eso en ningún rincón de este mundo pasa inadvertido el día glorioso en que, con bravura gentil, ella destruyó la Bastilla, símbolo del Pasado, para levantar sobre sus escombros el monumento de la República.
Ayer fué el 14 de Julio: he allí el gran día. Páginas Ilustradas saluda atentamente a don Emilio Jore, digno representante de Francia, los acordes viriles de la Marsellesa, con la antorcha de la revolución en la mano, recorrió Francia el viejo continente, incendiando los edificios vetustos en que se albergaba la Tiranja, Pero lo más hermoso de esa obra lejana es que, al desaparecer entre los carbones el viejo edificio, Francia, la generosa Franc despreciando heroicamente las quemaduras que ella sufria, alimentaba Ha regresado felizmente la Legación que hace poco fué enviada al hermoso país de los lagos por el gobierno del señor González Viquez. Así el señor Licenciado Anderson como el señor Escalante muestran satisfacción efusiva por el recibimiento cariñoso que en la tierra de Jerez se les hizo, cosa que juntamente revela la simpatía tradicional que entre los pueblos hermanos y vecinos existe y la armonia por dicha para todos entre ambos gobiernos reinante.
GASTÓN DE SILVA