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que tan benéficos resultados ha dado y al que sirvió gratuitamente y como él sabía hacerlo, por un espacio no interrumpido de seis años.
Pocos hombres han merecido con más justicia el cariño, el respeto y la consideración de todas las personas que lo conocieron y trataron; pocos han tenido la dicha de hacer el bien manos llenas como este filántropo Doctor y como pruebas de ello, bástenos hablar del cariño con que Alajuela entera lo atendió en sus últimos momentos, y la sincera tristeza que se dibujaba en el semblante de todos los que acompañaron el cadáver al cementerio.
El entierro del Doctor don Mariano Padilla, revistió los caracteres de duelo nacional y a él no asistió más gente, por la sencilla razón de que Alajuela no tiene más liabitantes.
Murió pobre, dejando diez hijos y tres nietos huérfanos. Alajuela ha respondido al llamamiento de la gratitud y del cariño. Para terminar este breve boceto, permítaseme hacer mías, las ideas de un poeta colombiano al liablar de un benefactor compatriota suyo: En casa de don Mariano, Cinco cosas hubo abiertas: Su bolsa, un libro, las puertas, Su corazón y su mano.
San José, julio de 1906.
SAM. URIBE San José, 28 de junio de 1906.
Señor don Anastasio Alfaro Presente.
Muy señor mío: Tengo el gusto de manifestar V. que la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados, en sesión que celebró anoche, acordó acceder a la solicitud presentada por relativa un auxilio de cien colones para los gastos de la edición de su importante libro sobre Arqueologia Criminal Americana, auxilio que habría de consistir en la suscripción por parte del Colegio de cien ejemplares de la dicha obra. La Junta, sin embargo, como una manifestación de simpatía hacia y para alentarlo en sus provechosos trabajos, resolvió no tomarle más de veinticinco ejemplares, concediéndole bien entendido los cien colones que deseaba.
Con afectuosa consideración, soy su atento servidor, CARLOS JIMENEZ.
Secretario 2658
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