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bilo con que los saludaba la muchedumbre que acaso veía en esa unión el principio de una era de feliz regeneración.
No fué un desesperado de la vida: fué un liombre relativamente acomodado y con ilustración no común el que ciego por un fanatismo que en él no es posible explicar, lanzó la bomba explosiva contra aquella pareja que, aun despojada de su carácter de realeza, significaba la identificación de dos corazones, cuando esa identificación se verifica por un amor, que si reviste galas especiales por la calidad de los novios, en el fondo es sencilla, poética y santa como la de cualesquiera otros seres.
Mateo Morral, joven también, pero agotado incapaz ya de sentir los impulsos del santo sentimiento que une al hombre con la mujer, se llevó la tumba, al romper de un balazo su vida, verdadero móvil de su crimen y posiblemente el secreto de la complicidad, temiendo tal vez no poder resistir las pruebas de un interrogatorio.
El anarquista Mateo Morral Retrato acho en Barcelona pocos meses antes al critet Es incomprensible, no obstante, que ese desgraciado. resuelto como parece quitarse la vida, arrancase antes y sin haber mediado lucha, la de un lionrado guarda que desarmado y sin violencia, le hizo preso.
El porqué de este último crimen, muerto el criminal, será siempre una incógnita que en vano tratarán de despejar los tribunales, aun cuando todas las conjeturas inclinen suposiciones que no por tener cierta lógica, dejarán de ser aventuradas.
UL Mateo Morral Retrato tomado después de su wiert 1674
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