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obra justa y honrada, al ver que se entregaba en mis manos y que me creía un hombre de honor, me olvidé de tantas cosas, principalmente de mi conveniencia, y lo oculté por unas cuantas boras. no digo más, porque no parezca que trato de justificar, ni siquiera de disculpar lo que he heclio. Lo único que pretendo al escribir esta carta. que ojalá no me vea precisado enviarle! es que se juzgue mi conducta partiendo de la verdad de los hechos, no de suposiciones gratuitas.
Por lo demás. qué tristes reflecciones estoy haciendo, al ver ciertos delirios de celo y amor por la justicia. Cuántos inocentes no habrán sido sacrificados en el mundo. qué enseñanzas tan terribles he adquirido en pocos días! Cuando recobre del todo la tranquilidad, escribiré algo que no he dicho nunca.
porque nunca pudo ocurrírseme que pudiera llegar un tiempo en que el propio juez de una causa tuviera que oponerse esos delirios de celo, ese desenfrenado amor la justicia.
Gracias anticipadas, querido Romeo, y disponga como guste de su amigo y compañero, JOSÉ NAKENS Lunes, 4, tarde.
Postdata. Se me olvidaba consignar, que no le pregunté nada al anarquista: ni su nombre siquiera. Hay situaciones en que la delicadeza se impone hasta tratando criminales.
Revista de Revistas Altos Relieves es el título de un quincenario quiteño dirigido por los señores Aurelio Falconi y Tulio Rueda. Nos trae esa Revista lindas composiciones en verso y notables colaboraciones en prosa. Domina en todas sus páginas un aire sentimental de estilo elevado y pujante aunque algunas de ellas son netamente decadentes, pero de un decadentismo aceptable puesto que no se extrema. Entre sus Notas, encontramos una por demás interesante y es la referente que el Gobierno del Ecuador trata de adquirir los Despachos Militares auténticos del Gran Mariscal de Ayacucho que están hoy en poder del Doctor don Alejandro Melo.
Nuestros lectores no habrán olvidado indudablemente al bardo errante que visitó hace algunos años esta tierra en busca de impresiones y de horizontes nuevos y que fundó en esta capital una revista muy simpática La Musa Americana en la cual colaboraron la mayor parte de nuestros literatos jóvenes. Pues bien, de aquí salió el inquieto vate y peregrinó por el Sur de América, editando en cada país donde se detenía a estudiar o donde le ataban las cadenas de unos ojos negros, algunos fascículos de su revista. En el último número que recibimos, 1682

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