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pozo que se llena en las grandes mareas. Esta agua principia pasar lentamente disolviendo todas las sales de la tierra y se deposita en el bongo. Para de terminar la concentración de sal se emplea un huevo fresco, que flota en el agua, quedando hacia fuera una parte que tiene más menos el tamaño de una moneda de veinticinco céntiMontón de sal. Pailas mos, si la concentración es conveniente y hundiéndose más si aquella no es buena; en tal caso el agua debe pasarse nuevamente por el filtro. Mayor concentración no conviene porque las sales destruyen las paiias de hierro. Una vez que toda el agua de los filtros ha pasado, queda en ellos un lodo fino, compacto, que se llama borra.
Esta borra se saca con la mano y se arroja al lado de los filtros donde se forman grandes montones (borreros) para que en la estación lluviosa el agua de los aguaceros se encargue de esparcirla por todas partes en la llanura, volviendo servir como tierra salada el año siguiente.
Del bongo se transporta el agua salada las pailas, donde se efectúa la evaporación; ésta es muy lenta y se consume mucha leña; por eso la operación tarda varias horas. De tiempo en tiempo hay que quitar la capa de impuresas que se forma sobre el agua y la sal se va depositando en el fondo.
Al terminar la operación se reduce el fuego y pronto la sal queda cristalizada completamente, quedando como residuo cierta cantidad de agua madre de color amarillento. La sal se saca, se transporta en pequeñas bateas de madera y se va depositando la orilla de la galera donde se deja al aire libre; de este modo todas las sales delicuescentes se disuelven poco a poco y escurren al pie del montón. Llaman esta operación, purgar la sal. Después de algunos días la sal, seca y bien cristalizada, se envuelve en hojas de wijagua y se forman los tercios.
Todo el procedimiento descrito, que con algunas variaciones se usa en algunos lugares de Europa, puede muy bien perfeccionarse dándole al sol la tarea de evaporar en grandes patios: de este modo se evitaría el gran consumo de combustible. En todo caso, cualquier mejora en la elaboración de la sal, haría bajar mucho su precio y se prestaría con esto un gran servicio los ganaderos. FID. TRISTÁN 1698 Julio de 1996

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