Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Página obligada Sí, pocos, en realidad, se preocupan entre nosotros por saber cuáles han sido todas las personas que en las diferentes épocas de nuestra vida han servido de agentes a la cultura y adelanto nacionales. Sentido por lo más selecto del país, pasa loy al mundo del recuerdo el infatigable maestro Doctor don Juan de Dios Céspedes. Educado en una de las naciones más civilizadas del globo, la Alemania, volvió a Costa Rica difundir la simiente benéfica de la ciencia.
Multitud de veces hizo poderosos esfuerzos, sin hacer caso de intereses pequeños, por enseñar su saber a la juventud estudiosa, quien amaba. Pocos de veras, pueden aquilatar lo que valía aquella existencia, dada la poca fe que en casi todos los pueblos se ha confiado, en un principio, a los que llegan a conocer y comprender en un algo la verdad antes que el total de las gentes. Alejado del murmullo de la miseria humana, muere abrumado por penosa dolencia, en el retiro de su liogar; pero, de seguro, satisfecho de que, al igual de los grandes hombres, la posteridad se encargará de enaltecer sus acciones y validar los principios que hasta el último momento sostuvo. Vaya, pues, para su doliente familia el recuerdo de un discípulo suyo que conserva estima eterna por todas aquellas voluntades luchadoras que, en su afán por el bien de la humanidad, han hecho brillar en el cerebro un rayo de luz.
OTONIEL FONSECA QUIRÓS San José, VII 1906.
Ante una tumba los hombres de la política se les tributa honores póstumos sumándolos a los que en vida lograron recoger por servicios más o menos discutibles. No siempre tales honores son el reflejo fiel de la justicia.
Para los esforzados que con fe negada al lucro y mezquinos intereses consagraron las energías de todo su intelecto y de su persona la excelsa tarea de vulgarizar la ciencia desde la humilde posición que da la cátedra, se reserva para su descenso la tumba un honor aun más preciado que cualquiera otro, el de la gratitud de sus discípulos.
Si yo en vida profesaba filial cariño, nacido en los bancos del Colegio de San Luis Gonzaga de Cartago al maestro don Juan de Dios Céspedes, hoy ante sus despojos mortales, que con amor guarda la tierra, me descubro reverente.
ALF NSO GUZMÁN VIII. 906 Ібсо
Este documento no posee notas.