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que biendice (con permiso de la Academia) de todos los que en ella laboran, desde los galanos prosistas Eduardo Posada, Enrique Olaya, Ugarte, Alberto Sánchez, Angel Pérez, Fernández García; los gentiles poetas Francisco de Icaza. Amado Nervo, Juan Jiménez, hasta los no menos importantes colaboradores anónimos, cajistas, prensistas y fotograbadores. Publicaciones como esas honran al país que las sustenta.
La Prima Mensual de El Mundo Latino resulta una revista no solamente interesante sino de gran utilidad para nosotros los latinoamericanos américolatinos pues nos pone mismo de conocernos mutuamente rompiendo con nuestra tradicional pereza de ocuparnos los unos de los otros y que trae como consecuencia la anomalía de que sepamos mucho más lo que en Japón, China Rusia y Africa Central sucede, que lo que allende nuestras fronteras pasa. Por ella nos enteramos de que un señor Batelli, profesor de Física en la Universidad de Pisa, acaba de descubrir un cuerpo más enérgico que el afamado rádium y que don Luis Granda Conde, español, descubrió a su vez, la tan busca da soldadura del aluminio. Ambas invenciones están llamadas resolver importantísimos problemas. Recuerdan Us. del Telequino. No? Pues voy ayudarles. La cosa esa que lleva un nombre tan enrevesado es una invención de otro español, Torres Quevedo, que tiene por objeto dirigir distancia la maniobra de un buque. En los últimos ensayos practicados pudo verse cómo, desde la orilla del agua, se imprimía movimiento una barquilla que a lo lejos flotaba sobre las aguas. Piensa su inventor revolucionar la navegación aérea aplicando su aparato a la dirección de los globos.
Ningún amante de las letras dejará de conocer y hojear con delicia las delgadas páginas de Vuezo Mundo, esa revista madrileña pletórica de material selecto y de actualidad. Entre las muchas curiosidades que trae, extractamos lo siguiente: Un médico japonés (los nipones están tan de moda hoy como los tacones altos en las señoras) después de quemarse las pocas pestañas que natura le concedió, dió en el clavo, es decir, descubrió que la salud está estrechamente enlazada con los cabellos! Es decir que toda enfermedad de carácter general acarrea una disminución en el grueso de los cabellos. De modo que por la simple inspección de un cabello se podría saber si el dueño legítimo de éste ha padecido recientemente una dolencia de carácter general. Ya llegará, pues el día en que bastará pegar un cabello una postal y enviar el todo un médico, para que, vuelta de correo, sepa el interesado si le aqueja alguna enfermedad. Pregunto yo: y los calvos ¿cómo harán?
Y, por hoy, basta.
LEÓN FERNANDEZ GUARDIA 1705

    León Fernández Guardia
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